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El registro parroquial de El Pino

Singularidades sobre los nombres, apellidos y curiosidades de la localidad allerana

Vivimos una época en el que los nombres de las personas nos van a permitir situar en el tiempo su inscripción en los registros civiles y eclesiásticos. En los últimos 40 años se ha producido una "explosión" de Vanesas, Susanas, Evas, Albas, Noemís, etcétera, y la desaparición de los nombres tradicionales de María, Concepción, Josefa, Carmen, o Luisa, hasta el punto que se cuenta una anécdota de una niña que le comenta a una madre haber oído un nombre raro en el colegio: Pilar. Por cierto éste nombre data de 1717.

Los registros eclesiásticos nos dan un mayor fondo histórico que los civiles. Estos se implantan en 1874 mientras que los de la Iglesia se remontan en algunas parroquias al siglo XV. Para llegar a nuestros días los libros de registro civiles y religiosos han tenido que sobrevivir a problemas de todo tipo: locales inmundos, humedades, ratones, revoluciones, guerras civiles, y en algunos casos, a la irresponsabilidad de sus guardianes o protectores.

Los registros de la parroquia de El Pino y algunas singularidades de los nombres de los bautizados. El libro de nacimientos arranca a finales de la década de los 90 del 1600 con la anotación de una criatura nacida en Cuevas, en las estribaciones del puerto de San Isidro. El libro de defunciones inicia sus inscripciones a principios del XVIII y el de matrimonios en fecha similar. Hay que puntualizar que los datos del libro de matrimonio, esenciales para localizar los antecedentes familiares, en sus primeros 30 años sólo registra un apellido de los contrayentes, lo que limita los estudios generacionales por la falta de datos entre 1700 y 1730.

Los nombres de varones más frecuentes en el siglo XVIII en la parroquia de El Pino eran Domingo, Toribio, Pedro, Antonio, Bartolomé, Juan o Mateo, mientras que en las féminas prevalecían, María, Dominga, Bárbara, o Josefa. Sorprende en los varones la escasa implantación de José, nombre que años después sería hegemónico.

En los apellidos predominan los Muñiz, Megido y Alonso y no tan frecuente un apellido emblemático de la zona: Tejón. No son muy usuales los Martínez y González, tan abundantes en nuestra región, sí hay presencia del García. Los apellidos más singulares de la parroquia Megido y Tejón se escribían con "x" (Mexido y Texón) hasta bien entrado en el siglo XVIII.

A las inscripciones de hijos de soltera en la casilla del nombre del padre se figuraba la palabra "incógnito", recuerdo que una de las inscripciones del párroco se reflejó "la madre no quiso aportar el nombre del agresor".

De vital importancia para los investigadores ha sido la aportación de los datos familiares, nombres de los padres y abuelos en las inscripciones de nacimiento o de matrimonio. Otro aspecto importante es la escritura, en muchos libros ilegible. Recuerdo que en uno de los libros figura una diligencia de la autoridad eclesiástica de Oviedo en visita parroquial en la que se advierte al párroco que debe corregir su letra y hacerla legible. Durante unos días el sacerdote corrigió su escritura pero al poco tiempo volvió a las andadas y volvía a resultar difícil su traducción...

Los máximos niveles de natalidad de la parroquia se registran en el periodo entre 1880 y 1928, con una media de 45/50 inscritos anualmente. Desde 1928 se observa una clara línea descendente en los registros que se agrava en los años 30 y remata con la Guerra Civil. Existe una ligera recuperación en la década de los 40 pero muy lejos de las cifras de finales del siglo XIX y primeras décadas del XX.

Con la Guerra Civil se suspenden las inscripciones en la zona roja y son posteriormente inscritos en los meses de octubre y noviembre de 1937 recién liberada Asturias. En El Pino un vecino del pueblo retiró los libros a su domicilio durante el periodo de guerra, y los devolvió posteriormente, pero en muchos juzgados y parroquias asturianas los libros de registro fueron pasto de las llamas o destruidos por la sinrazón de los combatientes. El Juzgado de Lena, al que pertenece la parroquia de El Pino, procedió a la reconstrucción de los libros en octubre de 1950, quemados en 1934 los correspondientes al periodo 1871/1934.

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