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Exalcalde de Mieres

Cuestión de moral

Las posibles alianzas gubernamentales y la situación del PSOE

No querría hablar de política, pero no se me oculta que, en la vida, todos los actos están relacionados con ella. Pretendo hablar de moral, de dignidad, de honestidad. Por eso manifiesto que no alcanzo a comprender como un presidente de gobierno, que reconoce haber enviado a un imputado, virtual condenado, que confesó haberle entregado cantidades importantes de dinero procedentes de donativos no declarados, mensajes tales como, "aguanta Luis, vamos a hacer todo lo que podamos", haya vuelto a ganar las elecciones.

En cualquier país democrático, por mucho menos, un presidente habría dimitido de forma inmediata; ejemplos tenemos. Aquí, no solo no lo hace, sino que el pueblo, con gran sentido moral, vuelve a darle la mayoría, aunque mínima, en las pasadas elecciones.

Para decir esto, no me importa el partido al que, este señor, pertenezca; de hecho, el partido en el que milito, no está libre de asuntos bien feos; pero no nos encontramos ni con una pretensión, ni con un candidato bajo sospecha. Pretender que hace falta, ahora, un gobierno fuerte, cuando durante cuatro años dispuso la derecha de una mayoría absoluta, resulta un ejercicio de cinismo considerable. Si el actual momento es crítico, fue el elegido por el partido del presidente. Pretender que el PSOE se sacrifique, a cualquier precio, para que el país obtenga estabilidad, supone un egoísmo inadmisible, cuando también podríamos pedir que se sacrificasen otros.

El acuerdo al que se llegó para elegir al presidente de la mesa del Congreso, tal como se relata, supone a mi entender un triunfo de la capacidad de dialogo de Ciudadanos. Esta circunstancia no es nueva, por más que el PP lo veía inusual; recordemos el "pacto de la Jirafa", mediante el cual, el PP, presidió el Parlamento asturiano, cuando el partido que más votos había conseguido era el PSOE. De todos modos, espero que esa presidencia obtenida no sea presagio de alguna concesión posterior, porque no quiero imaginarme a mi partido apoyando para la presidencia del gobierno a un señor con la mochila que lleva a sus espaldas Rajoy. Una posible solución, para empezar a pensar de otra forma, sería enviar a Mariano Rajoy al cementerio de dinosaurios (y dinosaurias) que es el Senado, como mal menor, y presentar como candidato a alguien sin el lastre de la connivencia con todos los hechos vergonzosos por los que estamos pasando.

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