Resulta frustrante ver cómo de forma inexorable, uno tras otro, se van al traste algunos de los proyectos llamados a conformar la nueva actividad económica de las Cuencas. Unos se ven talados, como el de aprovechamiento de la biomasa de nuestros montes; otros enterrados, como la apertura de minas a cielo abierto para sustentar un resto de actividad minera. Son dos de los proyectos planeados por Hunosa, empresa a la que, parece, sólo se permite hacer caja con la venta de patrimonio, pero no gasto, aunque sea para intentar garantizar su futuro, más allá de mantener el máximo de plantilla posible y sus prejubilaciones hasta 2018. El problema es que nos queda un terreno baldío de fondos mineros, que apenas se han gastado y que sigue sufriendo los rigores de la crisis general. Las iniciativas forestales se verán ahora frenadas, tras la subasta eléctrica de biomasa. No parece que a las Cuencas lleguen los brotes verdes.