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Dando la lata

Premiar

Matemático: la proclamación de los premiados con el Mierense del Año de cada edición va siempre acompañada por las mismas, minoritarias, impertinentes y cansinas voces críticas. Y es que hay gente para la que no existe candidato que reúna los méritos adecuados. Salvo uno mismo, claro. O los que uno proponga y elija, por supuesto.

Premiar con un mínimo de rigor no tiene nada de sencillo. Porque hay que seleccionar, cribar, presentar y elegir con la mayor objetividad posible. Porque suele haber múltiples y acreditados aspirantes. Porque la decisión a favor de uno es la decisión en contra de otro. Bueno, no es sencillo siempre y cuando se tomen las cosas en serio. Si se hace en plan compadreo, como es lo habitual, yo a ti y tú a mí, coto privado de amiguetes y afectos incondicionales, está chupado. De ahí el gran acierto de los Mierense del Año.

Pero qué cargantes pueden llegar a resultar estos tipos que se consideran depositarios exclusivos de la razón, la equidad y la justicia. Unos tipos que poco o nada de valor han hecho en la vida pero que se permiten la licencia de cuestionar todo en lo que no pueden o no se les consiente meter baza.

Y es que por momentos le sublevan a uno los metomentodo que gustan de echar basura sobre los que de buena voluntad pretenden hacer algo de provecho en esta tierra. Que se podrán equivocar, por supuesto, como nos equivocamos todos -en mi caso personal, cada día unas cuantas veces-, pero que al menos lo intentan de corazón, sin sectarismos, evitando caer en la injusticia y, en el caso de los organizadores de los Mierense del Año, sin el menor interés económico.

Es triste comprobar que en este pequeño rincón del mundo cada vez más deshabitado haya tanto ciudadano dedicado a remar a la contra, deseoso de que nada salga adelante, que ni come ni deja comer, ni hace ni le parece bien que se haga nada sin su aquiescencia, incapaz de alegrarse del bien ajeno, del éxito de lo que aquí se promueve.

Es de justicia felicitar a los premiados, como también lo es hacerlo a los premiadores. Son ellos los que, a pesar de todo, continúan remando en la dirección correcta.

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