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Esplendor del mestizaje entre narración y filosofía

Un concienzudo análisis del último libro del escritor Ricardo Menéndez Salmón

Como es sabido, "El sistema" obtuvo el Premio Biblioteca Breve, convocado por la editorial "Seix Barral". Dada la lista de autores distinguidos con ese galardón a lo largo de sus dos etapas (Vargas Llosa, García Hortelano, Cabrera Infante, Caballero Bonald, Marsé, Benet, Jorge Volpi, Guillermo Saccomanno, Elena Poniatowska, etcétera), el hecho de que el premio haya recaído ahora en esta novela de Ricardo Menéndez Salmón, además de denotar la calidad de la obra, constituye el reconocimiento de la valía artística de un autor que personifica una de las voces más singulares y coherentes en el panorama de la literatura en castellano.

"El sistema" comparte con su producción anterior una serie de rasgos que dan identidad a su labor literaria. ¿Cuáles son esos rasgos? Primero, una prosa con mucha riqueza de vocabulario, sólida, precisa, salpicada de metáforas y aforismos deslumbrantes; segundo, entreverado en el curso de la narración, un despliegue de erudición que aúna mitología, historia, arte -especialmente, pintura-, antropología, literatura, filosofía, etcétera; tercero, la voluntad de fusionar narrativa y filosofía, el afán de hilvanar junto a las peripecias de sus protagonistas un tejido de reflexiones que sobrepase la mera anécdota y permita contemplar lo que de luminoso, hermético, perverso o universal puede haber más allá de los conflictos individuales o colectivos; la potencia narrativa de Ricardo, su capacidad para contar historias bien pertrechadas de matices y la singularidad de sus personajes -su extravagancia, en ocasiones- empastan perfectamente con el discurso filosófico, de manera que el fruto de esa unidad obtiene la complicidad del lector, consciente de hallarse ante una variante del género épico que discurre por caminos poco trillados; porque un cuarto rasgo, un rasgo fundamental, es la ambición, el designio de usar los mejores materiales -lenguaje, sabiduría, ideas, imaginación y búsqueda en el conocimiento del alma humana- para hacer una literatura diferente, densa, guiada por el deseo de alcanzar la excelencia.

Todas estas señas de identidad están presentes en "El sistema" pero, junto a ellas, la obra ofrece también una serie de novedades. Es un libro mucho más extenso que los anteriores de su autor, a los que dobla en volumen. Hay en su prosa una evolución tendente a una mayor contención en el uso de la retórica, a utilizar la frase corta, incluso telegráfica, a prescindir de las oraciones subordinadas. Es notable también el manejo de elementos fantásticos, incluso mágicos, ausentes en el resto de su producción. Erigiéndose en soporte fundamental del relato, se hallan la alegoría, la fábula, la parábola. Pero, una vez más, lo que constituye su rasgo principal es la ambición, la voluntad de elaborar una narración que, aun incorporando muchas de las preocupaciones contenidas en sus anteriores trabajos, las supere por la amplitud de la mirada, por su trascendencia, por el propósito de contemplar en su globalidad la condición humana, su vida social e historia.

"El sistema" tiene como protagonista a un individuo cuyo nombre propio no es sino un nombre común singularizado por la mayúscula inicial: se llama el Narrador, ejerce de vigilante en el punto más septentrional de una isla denominada "Realidad", parte integrante del archipiélago que conforma la geografía de "El sistema", y es el autor de tres diarios redactados en sucesivas fases de su vida, durante las que su escritura va pasando de un registro de sucesos, a un acto de resistencia y finalmente a un conjunto de reflexiones dictadas por la perplejidad. Hay en toda la obra un admirable juego, simbólico, conceptual y provocativo, consistente en la irrupción de la letra mayúscula donde habitualmente, en nuestros tratos con la lengua, colocaríamos o imaginaríamos una minúscula. La novela se estructura en cuatro capítulos, escrito cada uno de ellos con una voz narrativa distinta. Esa alternancia de estilos no es una exhibición de habilidades literarias sino la manera de expresar la apertura y cierre de un gran ciclo vital que supera al protagonista.

"El sistema" es -o eso parece- una civilización y una forma de organizar el poder fruto de la evolución histórica, un modo de dominio al que sirven de pegamento la exaltación de la seguridad frente a otros valores y el conflicto entre propios y ajenos, enfrentados por disputas económicas e ideológicas. El carácter alegórico de ese mundo, fantástico y aberrante, pero reconocible, proyecta una mirada muy crítica sobre nuestra sociedad y da pie a un discurso antisistema elaborado con mimbres simbólicos, kafkianos, poéticos, alejados de una estética realista. A medida que uno avanza en su lectura, el relato se va abriendo a un abanico de interpretaciones que tienen como espejo el cuadro de Rembrandt, La lección de anatomía del doctor Tulp. En su contenido es posible señalar, al menos, las siguientes líneas de fuerza: el derrumbe del sistema, la búsqueda de sentido en la amplitud de sus significados a través del viaje y la exploración, el agotamiento de la condición humana tal como la conocemos y la importancia del lenguaje y el relato en la configuración de la realidad.

La novela está llena de páginas bellísimas, rematadas con un desenlace redondo y literario. Entre citas de numerosos autores, hay algunas referencias a Platón. Ese mestizaje entre filosofía y narrativa nos enfrenta a un tipo de literatura absolutamente original que se dirige a un lector dispuesto a gozar a un tiempo con el lenguaje, la narración y las ideas.

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