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Dando la lata

Mala o buena suerte

Le recuerdo abatido, desesperado, en un continuo lamento por su mala suerte. Qué necesidad tenía de coger el coche aquella tarde. Quién le mandaba salir de casa. Llovía, la visibilidad era escasa y la calzada, deslizante. Una curva, un patinazo, un golpe, un brazo roto. Qué mala suerte. ¡Ay!, si pudiera dar marcha atrás.

En una de las pruebas médicas que le fueron realizadas tras el accidente, alguien advirtió una anormalidad, algo que no debería estar allí. Y a mi amigo le hicieron más pruebas que efectivamente condujeron a la determinación de que eso que casualmente fue observado debía ser extirpado antes de que se convirtiera en una amenaza mortal. Y mi amigo volvió a lamentar su infortunio. No sólo tenía el brazo roto y escayolado sino que, por si fuera poco, en su interior habitaba un tumor que le obligaba a pasar por el quirófano. Qué más podía sucederle. Y cierto es que, así visto, el pobre hombre tenía una suerte nefasta. De tan baja moral, y siempre esperando una nueva manifestación de la fatalidad que le perseguía, afrontó mi amigo la intervención y la posterior recuperación.

Poco tiempo después volví a estar con él. Parecía otra persona. Estaba absolutamente cambiado, optimista, cargado de energía, pleno de espíritu positivo. ¿Qué te ha sucedido para estar de tan buen humor? No era mala suerte; era buena. Me lo hizo entender la enfermera de cirugía. Si no llego a romperme el brazo no me habrían hecho pruebas. Sin pruebas, el tumor habría crecido sin dar señales hasta estar muy avanzado. Aquel accidente me salvó la vida.

Siempre se dijo que el tiempo da y quita razones, que acaba poniéndonos en nuestro sitio, que todo lo cura. Desconozco hasta qué punto esas afirmaciones son ciertas pero creo que a menudo caemos en el error de interpretarlo todo a corto plazo y de exigir respuestas inmediatas cuando, en realidad, sin el tiempo suficiente no hay perspectiva posible.

Echen una mirada al pasado. Cuánto de lo que creyeron acertado no lo fue. Cuántos errores no eran tales. Cuánto de lo que entonces renegamos es hoy la base de nuestra vida. Cuánto de lo malo nos dejó algo bueno. ¿Mala suerte? O buena. El tiempo lo dirá.

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