El refranero contiene una basta sabiduría popular, amasada en años de experiencias. El Ministerio de Industria vuelve ahora a la carga con el reparto de los fondos mineros, después de cuatro años guardados celosamente en los cajones gubernamentales. Nunca es tarde si la dicha es buena, se podría decir. Aunque no es menos cierto que es preferible no retrasarse cuando la necesidad acucia en los territorios mineros y en comarcas como la del Suroccidente asturiano y la Laciana leonesa hubieran preferido que llegasen a tiempo sin tener que rondar un año, en este caso cuatro. Para las empresas mineras cualquier ayuda concedida ahora, incluso las dedicadas al cierre de explotaciones, llegan demasiado tarde por el desguace que sufre el sector. Habrá que saber también si Industria mantiene los 250 millones firmados o los recorta a la mitad. Aunque cierto es que a buen hambre, no hay pan duro.
