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Tiempo de yerba

Las actividades tradicionales en el campo, de carácter familiar, y su modernización

Es en el que, justamente, nos encontramos, por ser su época, y con un tiempo que acompaña.

Observo a diario en las cercanías de mi domicilio, o por los pueblos que habitualmente visito, la labor de la máquina de turno, y no puedo por menos el recordar, no exento de añoranza, la profunda diferencia de lo actual en comparación con lo de hace bastantes años.

La mecanización de la actual recogida -y no digo que sea malo- amén de práctico, ha desterrado el encanto de cuando llegaban estas fechas: una gran reunión familiar, o vecinal, en la que todos colaboraban, para en función de las habilidades, o ganas de cada cual, tirar de gadañu los unos, esparcer para su secado la yerba los otros, hacer balagares, y terminar con les correspondientes vares, bien compactes, y recubiertas en lo alto para evitar que la lluvia las estropease.

A la par, una parte de ello se introducía en la tená, que habitualmente estaba en el piso superior de la cuadra, que generalmente estaba adosada, o cercana de los dueños del prau, labor que desde abajo se apurría con la pala de dientes, mientras arriba lo colocaban y macizaban.

El final del trabajo resultaba una auténtica fiesta, con abundancia de viandas y bebidas para todos los participantes en el trabajo colectivo.

¿Ahora? Pues salvo contada excepción, todo ha desaparecido: llega una máquina con trabajador único, que siega, esparce, espera al secado, y finalmente lo empaqueta en una especie de albóndigas gigantes, y? hasta la próxima.

Otra de las tradiciones asturianas perdida, cosa de los tiempos, y que reconocidos pintores del pasado siglo plasmaron certeramente en sus lienzos. Con el reconocimiento de que cualquier avance resulta positivo -este uno- ello no resulta óbice para recordar tiempos pasados que no volverán, muy diferentes a lo que la fría, e impersonal mecanización nunca podrá suplantar.

Además con el complemento del conocido como "moreno de yerba", de sus participantes, en contraste con el clásico del fardón playeru. con el que ya nos comienzan a aburrir.

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