La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde mi Mieres del Camino

Hechos y anécdotas de los tribunales populares

Una iniciativa que ahora debería cumplir un cuarto de siglo y que acabó diluyéndose por diferentes causas

Podría decirse que, como preliminares de un experimento a nivel local, los Tribunales Populares de Mieres, nacidos de una corta vigencia televisiva, pero con el aliciente del "vivo y el directo", deberían estar ahora a punto de cumplir el cuarto de siglo, es decir, veinticinco años de existencia ininterrumpida. Pero no. Hace cosa de cinco o seis años que se fueron al traste. ¿Porqué?. Se podría echar mano a muchas causas, pero mejor corramos un tupido velo.

Sin embargo, resulta en cierto modo atractivo recuperar hoy, como recordatorio de un invento que después tuvo copias, eso sí, efímeras, algunos hechos y anécdotas que salpicaron su discurrir. Una travesía por la vida cultural y de debate de un Mieres que iniciaba su decadencia en los principales aspectos cotidianos, hoy, por desgracia, casi en situación límite.

Conviene decir que, en sus comienzos, los lances localistas se refirieron a la limpieza viaria, a las fiestas de San Juan y ya abiertos un tanto a las Olimpiadas de Barcelona 92, siendo figuras de primer orden los concejales mierenses Clara Martínez Cueva y Valentín Prieto, en su papel de fiscal y defensor, así como los testigos, en el último de los citados juicios, de Javier Cuesta, Ricardo Hevia, Andrés Caramés, José Ramón Fuertes y José Vitos. Tampoco sería justo silenciar que la fórmula era a "la americana", a saber, juez, ujier, fiscal, abogado defensor, testigos y jurado de "nueve personas buenas" . Luego un público al que solo se le permitía aplaudir al final, una vez conocido el veredicto y varios agentes de la Policía Local, por si su Señoría estimaba oportuno tomar alguna decisión apoyada en la autoridad.

El evento estaba organizado por el Centro Cultural y Deportivo Mierense, bajo el patrocinio del Ayuntamiento, LA NUEVA ESPAÑA, Cajastur y Grumiser S. L., primero dentro del programa de las fiestas de San Xuan, luego en octubre o noviembre. Cada convocatorio anual despertaba gran aceptación, pero lo cierto es que fue en 1997, cuando se formó la de "vámonos Juana" con la llegada de los principales intérpretes de la serie televisiva "La casa de los líos". Con Arturo Fernández a la cabeza, a saber Lola Herrera, Enma Ozores y Florinda Chico que, junto a Javier de Montini director de Lecturas era convocados por la defensa en manos de David Serna, de Radio Nacional del Principado, mientras que el filósofo recientemente fallecido Gustavo Bueno y el redactor de Radio Nacional Rafael Altes, formaban el paquete de testigos de cargo de la fiscalía con María José Loché, redactora de Radio Asturias COPE al frente, para dirimir si la prensa rosa era culpable o inocente. Precisamente al filósofo asturiano de adopción lo había citado, por considerar que su testimonio iba a ser pieza clave.

Aquel día la expectación se salió de madre siendo necesario cerrar las puertas de acceso a la sala de Caja de Asturias en la calle Jerónimo Ibrán, dos horas antes, produciéndose algunos disturbios ante tanta afluencia de público. El caso es que, a la hora de los testimonios -el juez del caso Ricardo Gancedo, acompañado del ujier Pérez Amato, hubo de actuar con toda energía- el nuestro Arturo se salió con la frase de que estaba a favor de la prensa rosa "y que a él, con tal de salir en ella, no le importaba hacerlo desnudo" (cosas del chatín). Llegado el turno a la fiscalía y llamado al estrado Gustavo Bueno, la sorpresa salta hecha pedazos, cuando el renombrado pensador se decanta, con todas las consecuencias, a favor del objeto del juicio que, como era lógico "obligó" al jurado a dictar sentencia favorable a todas luces para la entonces denominada prensa rosa.

Por otra parte pudimos observar que, en el almuerzo, a base de pote asturiano como primer plato, Arturo Fernández no probó ni un solo bocado. Más tarde preguntado por su abstención culinaria respondió: ¿Qué si no me gusta el pote?. Pero ¿qué decís?. Me muero por él, pero vivo de mi imagen y no puedo coger ni un solo gramo de peso".

Sentida fue, por parte de la organización de los Tribunales Populares de Mieres, el inesperado fallecimiento del periodista asturiano Pedro González, especializado en ciclismo y voz inimitable de las principales pruebas europeas. Él estuvo en el foro mierense, convocado por la defensa, para determina la inocencia o culpabilidad de un "Después de Induráin, ¿qué?". Viajó desde su domicilio en una de las urbanizaciones cercanas a Madrid en su propio vehículo puesto que no le era posible pernoctar en esta villa siéndole de obligado cumplimiento regresar el mismo día tras la celebración del Tribunal. Así lo hizo y, sinceramente costó Dios y ayuda meterle veinte mil pesetas en el bolsillo, para abonarle, simplemente, el combustible del vehículo, puesto que, según manifestó "no quería cobrar nada ya que lo había pasado estupendamente y para él era un honor haber participado".

Otros dos lances que adornan la relación que Mieres tuvo con este extraordinario y recordado comunicador de Asturias, el primero, relacionado con los Tribunales, fue su intervención para que a la cita acudiese también Perico Delgado. No hubo suerte porque el ciclista de Ávila, en un tono de cierta soberbia respondió, a la organización, "que él no iba a acudir a todos los sitios donde lo llamaran". Nuestro querido amigo Pedro González se quedó asombrado por la reacción de quién se podía considerar su ayudante como comentarista televisivo.

Transcurrido cierto tiempo y siendo alcalde Misael Fernández Porrón, que también había sido "juez" de los Tribunales Populares, y dándose la circunstancia de que, en aquello momentos se celebraba una edición más de la Vuelta Ciclista a España, con fin de etapa en Asturias y paseo de los serpiente multicolor por Mieres, en entente cordiale de la Alcaldía con los Tribunales, surge la idea de conectar telefónicamente con Pedro González solicitándole que, a su paso por la villa de Teodoro Cuesta y dada la situación de decadencia de esta zona, nos hiciese el favor de, con el helicóptero, diese un par de vueltas sobre la panorámica mierense y destacase algunos de sus aspectos positivos que él bien conocía. Santo remedio. Así lo hizo sin más con abundancia en el contenido del comentario televisivo y Mieres tuvo, si se quiere considerar así, cierta preferencia en la etapa. Lástima que el amigo Perico interviniese para afirmar que "el río Nalón tenía un buen aspecto". Esta vez no fue acción intencionada, sino pura ignorancia.

Aunque costó cierto esfuerzo poder sentar, en el banquillo de los testigos, nunca de los acusados, a cinco e los mejores deportistas que dio Mieres durante las últimas décadas y en diferentes modalidades de la práctica del deporte, el intento valió la pena. Hasta el foro escogido, en esta ocasión la Sala Yubana, cedida gratuitamente por el también recordado Valentín Fernández (Tini), vinieron el entonces seleccionador nacional de balonmano Javier Cuesta, el inolvidable y genial entrenador y también seleccionador nacional de hockey sobre patines Andrés Caramés, otro técnico de gran altura, esta vez de baloncesto Ricardo Hevia, el extraordinario jugador de fútbol y también preparador José Ramón Fuertes y el histórico nadador, vencedor en grandes distancias (Estrecho de Gibraltar y Canal de la Mancha), José Vitos. Sus intervenciones en torno a la presencia española de las Olimpiadas Mundiales del momento, fue todo un punto de auténtica reflexión.

Un viaje por el Valle. Don Gustavo Bueno y su esposa doña Carmen Sánchez estuvieron en los Tribunales Populares de Mieres, ella en el patio de butacas y él en la zona de testigos de cargo contra "la prensa rosa" acusada en el juicio. Posteriormente nos fuimos a comer un sencillo menú al restaurante El Estanco de Valdecuna. Finalizado el almuerzo se me ocurrió invitar a don Gustavo y a su esposa a un corto viaje por el valle de Cuna con el fin de que conociesen este querido rincón natural de Mieres. Durante el trayecto por Insierto, santuario de Los Mártires, Gallegos, Cenera y demás, la conversación giró en torno a la generosidad de la madre naturaleza. El que escribe, poco conocedor de la dispar elocuencia filosófica de nuestro invitado, sí pudo comprobar la auténtica sencillez de este extraordinario matrimonio que, desgraciadamente, acaba de desaparecer. Fue la lección de un viaje por el valle difícil de olvidar.

Compartir el artículo

stats