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Mario Antuña

Siete leguas

Mario Antuña

Con plumas en la cara

La mayoría de los ciudadanos tiene plumas en la cara. Es el signo de su honestidad. Quizás ustedes no lo perciban. Pero queda aún más de manifiesto cuando observamos, por ejemplo, los macrojuicios de la "trama Gürtel" o de las tarjetas black de Bankia. Ven a los acusados por televisión y comprueban que Rato, Bárcenas, Blesa, Correa... lucen unos rostros resplandecientes, quizá con alguna mueca de contrariedad, pero sin plumas. Ni una. Los mismo ocurre cuando se mira a los imputados, investigados o acusados de Valencia, Baleares o Andalucía. Se preguntarán a estas alturas de la lectura a qué viene lo de las plumas. La culpa la tiene Billy Wilder, cuando, en la película "Irma la dulce", pone en boca del atribulado hostelero la siguiente sentencia dirigida a Jack Lemmon, gendarme que pretende aplicar la ley en un barrio corrupto. "Ser honesto en un mundo deshonesto es como desplumar una gallina contra el viento. Se llena la cara de plumas".

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