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Fernando Delgado

Una medalla con mensaje ejemplar

Alberto Suárez Laso, plata en la maratón de Río 2016 y oro en Londres 2012, ejemplo de esfuerzo y superación para los escolares asturianos

Las medallas paralímpicas tienen un sonido especial desde la competición de Río de Janeiro. La de oro no suena igual que la de plata ni la de bronce. La novedad de introducir unos cascabeles en el interior de las distinciones permite a los atletas que padecen una discapacidad visual distinguir, por su resonancia, que metal les cuelgan en el cuello. Esa música especial es la que muestra estas últimas semanas el atleta paralímpico Alberto Suárez Laso a los escolares asturianos acompasada de una letra con un ejemplar mensaje de sacrificio, superación y esfuerzo.

Desde que aterrizó hace un mes con la medalla de plata conseguida el pasado 17 de septiembre en la prueba de maratón en los Juegos Paralímpicos de Río, no hay semana en la que este insigne deportista deje de acudir a un centro escolar asturiano para trasladar a los niños que detrás del éxito hay muchas horas de esfuerzo y dedicación.

Alberto Suárez Laso tuvo un sueño inesperado cuando le diagnosticaron, en 2007, una lesión ocular con pérdida severa de visión que se redujo a un diez por ciento en cada ojo. Desde entonces comenzó a correr y no ha parado. Antes le gustaba correr, ahora no puede vivir sin correr. Ha convertido su discapacidad en una gran capacidad y afirma que cualquier reto se puede conseguir cuando se cree firmemente en él.

Ejemplo de humildad, constancia, esfuerzo y superación, no ha parado de cosechar triunfos: ha batido varios récords del mundo y ha colgado en su cuello medallas paralímpicas de oro y plata sin que sus éxitos cambien su forma de ser y de actuar. Discreto, humilde, constante en el esfuerzo y con un gran afán de superación, este hijo de minero tiene los pies en el suelo y piensa que por encima de los éxitos deportivos, que son pasajeros, siempre prevalece la integridad de las personas.

Nacido en Riosa, en 1977, representa todo un ejemplo de progreso, esfuerzo y superación que le han permitido conseguir recientemente la medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Río y el año pasado el subcampeonato mundial de atletismo celebrado en Doha. En Londres 2012, colgó el oro en su cuello y ese mismo año batió el récord del mundo en la prueba de maratón celebrada en Sevilla.

Comenzó a practicar el atletismo en 2007, a la edad de treinta años, después de haberle sido diagnosticada una lesión ocular de degeneración macular con pérdida severa de visión que se ha reducido a tan solo un diez por ciento en cada ojo. Su tesón y esfuerzo le catapultaron, en apenas cuatro años, a conseguir la medalla de oro en la prueba de maratón en los Campeonatos del Mundo celebrados en Nueva Zelanda en 2011 batiendo asimismo el récord mundial. En ese mismo campeonato, consiguió también la medalla de bronce en la prueba de 10.000 metros. En febrero 2012, batió de nuevo su propio récord mundial en la maratón de Sevilla y en junio ganó la medalla de oro en 5.000 metros en los Campeonatos de Europa celebrados en Holanda y, finalmente, consiguió la medalla de oro en la maratón de los Juegos Paralímpicos de Londres de ese mismo año batiendo el récord olímpico. Casi nada para este riosano hijo de minero.

En 2014, alcanzó el oro en la prueba de 5.000 metros en el Campeonato de Europa celebrado en Swansea, en Reino Unido, y en abril 2015 se proclamó subcampeón del mundo de maratón en Londres antes de conseguir la medalla de plata en el Mundial de Doha.

Previamente a sus éxitos internacionales, fue campeón de Asturias en 10.000 metros en 2009 y subcampeón y medalla de plata también en 10.000 metros en el campeonato de Europa celebrado en Grecia ese mismo año.

Alberto pasó su infancia y adolescencia en Riosa, estudió formación profesional en la Fundación Masaveu de Oviedo donde se especializó en 1996 como técnico en la rama del metal en máquinas y herramientas.

Antes del atletismo, practicó durante una década el fútbol sala jugando como portero en el Monsacro Mostayal de La Foz de Morcín, equipo en el que también ocupó cargos en su junta directiva y fue entrenador de porteros.

Después de correr en el polideportivo de Morcín, vio un día de 2007 un cartel que anunciaba la media maratón de la sidra en Nava y se apuntó junto su amigo Javi Vega. Fue su primera experiencia atlética en la que ya dejó claro que tenía una excepcional capacidad para batir al cronómetro. En la actualidad, en sus entrenamientos previos a una gran competición corre una media de 190 kilómetros a la semana.

Tras la recepción oficial con los Reyes de España y la calurosa acogida por parte de la alcaldesa de Riosa y del primer edil ovetense, incluido el saque de honor en el Carlos Tartiere, Alberto visita ahora cada semana un centro escolar asturiano para enseñarles a los más pequeños que con esfuerzo y sacrifico se pueden conseguir grandes retos.

Estas últimas semanas ha compartido sus medallas con alumnos de centros escolares de Oviedo, Blimea y Morcín, quienes no pierden la oportunidad de sacarse una foto con el campeón.

Algunas de las preguntas del largo interrogatorio al que fue sometido la semana pasada en Morcín: ¿Es verdad que jugaste con mi padre a fútbol sala?, le interpela Asier. ¿En cuántos países competiste?, le inquiere Víctor. ¿Por qué te dio por correr después de la enfermedad?, le pregunta Julián. ¿Cómo reaccionaste al no poder conducir más?, le interroga Paula. ¿Cuántas horas entrenas al día?, le consulta Adriana. El atleta responde con gran ánimo a las preguntas y les invita a que se esfuercen para sacar adelante el curso antes de posar para las fotos con los alumnos y sus profesores.

Este campeón de maratón no se rinde nunca ante los duros obstáculos, piensa que se pueden superar todos con esfuerzo y le llena de orgullo que sus logros deportivos puedan servir de ejemplo para otras personas discapacitadas y para los escolares asturianos. Apoyado siempre muy de cerca por su esposa Paloma, por su hijo Álvaro y por su entrenador Jesús Castaño, no le gusta ser centro de atención y le hace feliz demostrar a los demás que con esfuerzo e ilusión es posible superar muchas barreras. Del trauma que supone un diagnostico irreversible ha pasado a la gloria olímpica en apenas cinco años y ha encontrado en el atletismo la vía y el camino para sobreponerse a su discapacidad visual. Pese a sus éxitos deportivos, afirma que "siempre hay que tener los pies en el suelo y saber dónde se pisa porque el éxito pasa y siempre queda la persona. El camino es duro pero puedes lograr tus objetivos si estás dispuesto a luchar por ellos. Antes me gustaba correr, ahora no puedo vivir sin correr".

Alberto Suárez Laso representa el afán de superación como desarrollo interior de la persona y nunca presume de sus éxitos deportivos porque conjuga la humildad con el esfuerzo. Ha triunfado como deportista pero, sin duda, también como persona. Un ejemplo y modelo a seguir por los más jóvenes y por nuestra sociedad actual en la que prevalece el obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo.

En nuestra región, saturada de premios y reconocimientos, no estaría de más que el Gobierno del Principado le tuviera en cuenta para sus Medallas, aunque éstas no tengan música como las de Rio, o que el Ayuntamiento de Riosa le nombrase Hijo Predilecto porque los méritos de este campeón asturiano y riosano transcienden el ámbito deportivo al convertirse en claro referente social por su ejemplaridad como persona de gran humildad, discreción, constancia y afán de superación que ha batido récords mundiales y colgado medallas paralímpicas de oro y plata.

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