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Velando el fuego

No sé decir adiós

El último trabajo discográfico del langreano Urrechu Meana

No sé en qué estaría pensado el langreano José Antonio Serrano Meana (de nombre artístico Urrechu Meana) cuando puso el título a su último disco. Salvo para quienes acostumbran a lanzar al aire los dados del azar, un buen encabezamiento es una carta de presentación, un modo de desvelar a los demás el fuego que revolotea dentro de cada cual. Y tal vez por eso, Urrechu nos haya querido recordar que el pájaro que dice adiós está condenado a quemar sus alas lentamente, por lo que resulta siempre más aconsejable permanecer en el mismo lugar y en la misma esquina que abrazó nuestras primeras sombras.

Y de ese deseo de continuidad trata el disco de Urrechu, excomponente de Métodos de Danza, una de las bandas de referencia del panorama musical asturiano, ganadora del segundo concurso de maquetas de Radio Asturias cadena SER (1985) o clasificada en puestos relevantes de varios concursos regionales, y que en 1985-86 compartió escenario con figuras legendarias del rock como Elliot Murphy o el grupo neoyorquino The Fleshtones. Hasta su disolución en 2013 el grupo colecciona un currículum extenso, que, a modo de ejemplo, se concreta en la composición de nuevos temas que propician la aparición en 2010 del auto editado "Cuestión de segundos", del que se hacen presentaciones en distintos escenarios.

En este último disco en solitario (lo que no es más que una forma de expresarse, pues en el mismo hay numerosos colaboradores), si bien Urrechu reflexiona sobre distintos materiales que nos son comunes (a fin de cuentas la vida no es más que una colección de estampas repetidas), se desvela una preocupación especial por una melodía eterna, interminable y tantas veces raíz nutricia para músicos y poetas como es la ausencia. Cabría preguntarle a Urrechu si en su imaginación la ausencia es un muro o quizás un horizonte deshabitado, pero, en todo caso, tal parece que en él ese desvelo se haya transfigurado en una segunda piel que se sostiene (y además de un modo certero) en la fuerza de su voz.

Quienes amamos la poesía hemos mostrado siempre nuestro acuerdo con una frase de Nietzsche : "Sin música la vida sería un error". Y quizás por eso mismo admiramos esos ecos melódicos cargados de intimismo (o de ternura y sensibilidad lírica) como los que se escuchan en el disco de Urrechu, y que en ocasiones funcionan como un mecanismo indagatorio, como una brújula armoniosa con la que orientarse para completar su propia cartografía: "?en medio de la gente ya no sé quién soy?" (de la canción "Una luz en la ventana").

Quede para otros más versados en formas, ritmos o mezclas de timbres el análisis de este disco. Pero lo que sí resulta innegable -y no sólo expreso mi particular opinión- es que Urrechu ha conseguido lo que a mi juicio resulta fundamental en la música, cual es provocar algún tipo de reacción o experiencia estética en sus oyentes. Si al final de la audición hemos disfrutado de unos momentos de intenso placer, al tiempo que ello nos ayuda a organizar mejor nuestras pulsiones interiores, es que el disco ha merecido la pena, como en este caso, pues estoy seguro de que servirá para ahuyentar a los fantasmas de la soledad: "Cada vez que estoy afuera, más allá de tus fronteras, te recuerdo cada vez" (de la canción "Cada vez").

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