Tanto en Langreo, como en Mieres, llevan una buena temporada "guerriando" entre los que ostentan el poder, y, básicamente, entre los que les precedieron en el mismo.
El resto intenta meter peseta de vez en cuando con poco éxito, pues pasan de ellos salvo apuro puntual. El caso es estar instalados en el clásico "y tu más", tratando de hurgar en heridas que puedan ahondarse para beneficio propio.
En esta teórica guerra todo sirve: la lavandería, el coñazu del asfalto, la problemática de las escuelas infantiles, la dichosa informática, que aún no se sabe en que quedó, la limpieza, el agua... Se va utilizando, según conveniencia, como arma arrojadiza para buscar las cosquillas entre ellos. Aunque esta última temporada la confrontación dialéctica ha subido de tono. Simples muestras.
Ambos concejos no han tenido excesiva suerte cuando el Gobierno regional, e incluso el nacional, eran coincidentes en el mismo color, cuando la lógica indicaba que era el momento de aprovechar la buena ola y subirse a ella.
Me hizo gracia el término utilizado por los alcaldes de ambos concejos, el de "chulearnos" por parte del Principado. Hace mucho que no lo escuchaba. No seré yo el que diga que no tienen razón, además de venir de antiguo, ¡Ay don Tini!
Pero estas grescas municipales, llevan al hastío y al cansancio, a los administrados, que simple deseamos que nuestro día a día sea un tanto mejor y que los problemas que nos preocupan se solucionen.
Así que consecuentemente, las batallitas que nos regalan, en aras de justificar posturas, pues nos las traen al pairo, porque lo que nos interesa es una limpieza más eficaz -parece que en Langreo de esta va- vigilancia más palpable pese a las estadísticas, carreteras sin cráteres, baldosas donde te puedes romper la crisma, o arruinar tu ropa, amén de decenas de cosas más.
Ya sé que peco de pesáu machacando en más de lo mismo, así que cuando la mejoría sea palpable, no me van a caer los anillos para utilizar el incensario, pero que se dejen de grescas y actúen en positivo, sin más.
