El dicho acaba diciendo "corazón caliente". Y ese es nuestro friísimo invierno, al que se le añade el término polar.
No lo sé porque lo desconozco, cuantas personas duermen en la calle en Asturias, porque en Madrid sí hay bastantes que lo hacen, intentando pasar la noche entre cartones, viejas almohadas y puercas mantas, y para calentar su cuerpo toman buenos tragos de vino y otros licores, creyendo que el estomago calienta el resto del cuerpo.
Así, de vez en cuando, aparece alguna de esas personas muertas. Las vienen invitando a que duerman en refugios, pero ellos, parece, quieren ser libres en todos los aspectos y no estar sujetos a horarios ni comidas calientes.
Es una tristeza su vida errante, algunos de ellos son personas cualificadas, incluso con estudios superiores, separados de su familia por situaciones muy particulares. El Samur Social procura abordarles en plena calle y orientarles hacia una mejor vida. Más ellos no suelen querer y solo se limitan a tomar un café caliente o una sopa humeante. Y esa es la gente que yo veo y observo con los pies fríos y un corazón más frío todavía. Vida triste la de esta gente y sin apenas solución.
