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Por el camino

El Orfeón viaja a Vigo con nuevo director

El relevo en la dirección de la coral mierense y sus nuevos proyectos

Pues ya estamos ante la realidad del Orfeón de Mieres con su carga histórica reflejada en la declaración de su centenario y laureado en sus inicios por las entonces instancias superiores del reinado de Alfonso XIII, en la persona de su director Reinerio García. Lo dicho, esta es la historia, el momento actual tiene otro color. En primer lugar, se reitera que dentro de un mes, aproximadamente, viajará a la ciudad de Vigo, para participar en el XI Festival de Habaneras, uno de los más importantes de España, invitado por la Polifónica de la capital gallega quien, a su vez, devolverá visita a Mieres cuando por San Xuan se celebre el certamen "La mina canta unida". Los mierenses actuarán el día doce de marzo en el Palacio de Congresos de Vigo.

Y aquí viene la noticia de alcance puesto que la agrupación mierense de voces mixtas realizará esta salida con nuevo director, Carlos Ruiz de Arcaute Rivero, joven pero experimentado maestro que ya en los primeros compases de ensayos dejó constancia de su valía y de su carácter vocacional, y de cuya personalidad hablaremos próximamente. Se fue, por propia voluntad el anterior director, Joaquín Sandúa, al considerar, se supone, que concluyó un ciclo de máxima importancia con señales inequívocas del alto nivel alcanzado por el Orfeón. Ante ello solo queda desearle nuevo éxitos y agradecerle la labor que supo desarrollar durante esta nueva etapa de la música coral de Mieres.

A tono con estas noticias de matiz positivo, existe el reverso de la medalla. El Orfeón mierense, al igual que ocurre con la Banda de Música, pasa por los lógicos apuros económicos de un pueblo en decadencia. Uno, sin más, teme que en cosa de quince o veinte años solamente queden, en este suelo cabecera de la cuenca del Caudal, algo así - en sentido figurativo - como señales de cenizas de lo que fue por las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado. Aparte de las modestas subvenciones de corte oficial y alguna recaudación a base de ciertas actuaciones donde es posible cobrar algo por la aportación a los acontecimientos lúdicos y culturales, el Orfeón sólo tiene como sostén, por cierto también modesto, el de los socios que, es hora de decirlo, en una buena parte pagan ¡doce euros al año! Y en otra que es para asustarse, queda rebajada a ¡nueve euros! Si no resultan casi ridículas, venga Dios y lo vea.

Para más inri el problema se acentúa con la falta de incorporación de voces de nuevas generaciones. Como un cuentagotas de tarde en tarde, aparece alguna y es como si les tocara la lotería. Emulando a mi gran amigo, el periodista mierense Julio Puente, he de decir: "Ciudadanas y ciudadanos, señoras y señores diputados, a este paso solo quedarán cenizas. Y si no, al tiempo".

La propuesta: Un nuevo aplauso, sin más. Hace unos días, LA NUEVA ESPAÑA recogía el encuentro, en forma de homenaje, del asturiano Juan Luis Méndez con los guardias civiles que le habían atendido y se supone que salvada la vida, doce meses atrás, después de sufrir una especie de ictus en plena carretera conduciendo un camión cerca de Tapia. La actuación de los agentes fue decisiva, inicialmente con los primeros auxilios y luego acompañando al enfermo hasta el hospital. Pues bien, uno de ellos, el guardia de tráfico Fermín García Rojo es mierense y de muy conocida familia de estos lares, con la particularidad de que tiene otro hermano, Marcelino, en la Benemérita, dentro del equipo de seguridad ciudadana, y un tercero, Francisco, en la Policía Nacional. Buena cosecha. Lo dicho. Un aplauso.

La crítica: Vayamos de nuevo con el entorno de la Plaza del Mercao y sus dos calles totalmente peatonales donde figura la terminante prohibición de circular con vehículos. Poco caso se hace. Según un estudio oficioso, hasta trescientos armatostes con ruedas se mueven por ellas en determinados días. Como para sanear las arcas municipales y agotar los puntos de más de un carne de conducir. Ojo pues, ¡al dato!

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