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Por el Camino

De los orines de perro a la denuncia policial

El aparcamiento mierense de la Mayacina se convierte en una auténtica piscina con las lluvias

He aquí el dilema. ¿Cómo evitar que los perros orinen en las paredes de los edificios urbanos? ¿Acaso eso se soluciona con el rociado de un líquido, pudiera ser azufre, para que los canes rechacen el lugar? ¿Es eso perjudicial para las mascotas? Repito, ese es el dilema, pero lo seguro del caso es que a un ciudadano mierense, de reconocido prestigio, le han denunciado por rociar la pared de azufre cuando lo lógico es que los dueños procuren que sus perritos hagan sus necesidades de forma y modo que no perjudiquen otros intereses.

Ramón Hernández, conocido activista en los frentes culturales de esta localidad, nos envía un escrito bajo el título de "Amigables animales odiosos (por un Mieres mucho más limpio)", en el que deja claro y conciso su declaración de ser amante de los animales y en especial de los perros. Sin embargo el comportamiento de algunos mierenses, según sus propias palabras, le lleva incluso a odiarlos. "Es obvio -dice- que quién tiene un perro es dueño de todo el perro, incluidas las heces y las meadas. Y como el pobre animal, al cagar y al mear obedece a sus instintos y no distingue las conveniencias sociales, pues bien, se da el caso que por defender los muros de mi casa con un poco de azufre, utilizando como repelente para que los perros no meen, he sido denunciado ante los poderes municipales. ¿Vivimos al revés -se pregunta- hasta el punto de que el delincuente denuncia a la víctima?

El amigo Hernández considera que Mieres, en estos momentos, es un asco de malos olores y de orines empapados en las paredes de las entradas de casas y de los comercios. Afortunadamente parece que poco a poco se va creando conciencia entre sus dueños de que han de recoger las cacas, razón por la cual solo de vez en cuando -añadimos nosotros de más en veces que de cuando en cuando- nos topamos con ellas en alguna acera.

Considera nuestro comunicante que las cagadas tienen el remedio a mano con una bolsa al revés para ser todo recogido y a la papelera más próxima. Pero, ¿y las meadas? Él propone algo relativamente fácil: que el dueño de cada perro lleve de casa no solo la bolsa para las cagadas sino también una botella con lejía, (la norma vigente habla de vinagre) para diluir las meadas, porque va a ser muy difícil que los perritos dejen de levantar la patita. Indudablemente sería mucho mejor que el perro salga seriamente educado para que se comporte como su dueño, es decir, salir de casa cagado y meado, porque, salvo algunos tarados e insociables, a ningún ciudadano se le ocurre ponerse a cagar o mear en la vía pública.

Se puede y se debe educar a los perros para que también ellos se comporten socialmente. Como ciudadano, este afectado por la situación, propone que el Ayuntamiento obligue a los dueños a salir de casa con todo lo previsto para que estos problemas no ocurran. De no llevarlo, multa al canto. Y a quién le pique, que se rasque. Esa es la conclusión del amigo Hernández.

La propuesta: Pues nada. A la previsión cultural que se anuncia a través de la programación de la Casa de Cultura "Teodoro Cuesta", hemos de añadir dos actos de relieve. Hace unos días se abrió, en su sala de exposiciones, una nueva cuelga del grupo "Semeya", ya saben, toda una demostración fotográfica de altos vuelos. Y el sábado dieciocho el auditorio será escenario del concierto de primavera de la Banda de Música de Mieres bajo la dirección de Antonio Cánovas, a las ocho de la tarde. Como menú un repertorio prioritariamente asturiano.

La crítica: La pregunta, con sorna, la soltó un paseante a la altura de La Mayacina hace unos días. "Oiga, ¿sabe usted algo de la inauguración de una "piscina" al aire libre en Mieres abierta y gratuita? Y todo en la plena actualidad de las recientes lluvias. Ojo pues, ¡al dato!.

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