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Velando el fuego

Los de abajo

El valor de los militantes abnegados y anónimos del PSOE durante el proceso de primarias

Además de una novela del escritor mexicano Mario Azuela, y de una canción incluida en el álbum "Explosiva" (Halley Records 2017), los de abajo representan la verdadera esencia de la política. Son esos militantes abnegados, ajenos a componendas bastardas, fieles a sus cimientos ideológicos, a quienes lo mismo vemos pegando carteles que multiplicándose en las manifestaciones a favor de los desfavorecidos (esos obreros que fueron la seña de identidad de un PSOE que en las últimas décadas decidió ponerse al lado de quienes fracturaron, y de qué manera, su conciencia y sus condiciones materiales de vida).

Por eso, cuando en el proceso de primarias que acaba de finalizar me preguntaban algunas personas por mis preferencias sobre los dos candidatos, yo siempre respondía igual: Ojalá ganen los de abajo, lo que no significaba otra cosa que mis deseos de que desde la base se empujara lo suficiente para conseguir aire limpio. Los de arriba, ya se sabe: barones y otros ilustres -muchos de ellos merecedores ya de figurar en el panteón del Jurásico-, no necesitan hacer mucho esfuerzo para poder respirar. Sueldos escandalosos, puertas giratorias que se abren y cierran con absoluta impunidad, amén de otras muchas canonjías, proporcionan el suficiente oxígeno como para tragarse todos los obstáculos a su paso. Mientras, la mayoría de los de abajo, habitan en un subsuelo al que apenas llega la mínima ventilación (encontrar trabajo o poder llenar la nevera a mediados de mes se está convirtiendo para muchas personas en un agujero asfixiante).

Era lógico también que quienes se habían interesado por mi opinión, previa al desenlace de las primarias, me formularan después otras preguntas. Algo así como: ¿Y ahora qué va a suceder? Mi respuesta, guiada por el sentido común, es la de aguardar a que el tiempo vaya desvelando la verdadera naturaleza del cambio. Lo mismo podría suceder que tras este cataclismo las aguas volvieran a su cauce anterior ("Que insensato es el hombre que deja transcurrir el tiempo estérilmente"-Goethe), como que en verdad se ampliaran los canales de respiración y el PSOE volviera a recobrar al menos algunas de sus señas de identidad. Y en este punto aprovecho la ocasión para reivindicar, desde la tradición comunista heterodoxa, la naturaleza de izquierdas de este partido (el triunfo de quienes apoyaban al candidato ganador así lo demuestra). Algo que, por desgracia, ha sido combatido desde los férreos bastiones de la ortodoxia, lo que, a fin de cuentas, dejó el campo sembrado de innumerables heridas que sólo sirvieron para beneficiar a los que desde siempre se dedican a esparcir muertos por todas partes.

Cierto es que esta bonanza no asegura que se hayan ido los malos vientos, ni que el terreno se haya convertido en un vergel de renovadas ideas, pues desde el PSOE tendrán que estar en todo momento vigilantes ante los innumerables problemas (tanto internos como exteriores) que, a buen seguro, se van a presentar a partir de ahora. Será el tiempo, repito, el que permita comprobar si en realidad solo ha habido una pincelada cosmética en la élite dirigente de este partido o si, por el contrario, se anuncia la entrada en una fase en la que el social-liberalismo llegue a ser cosa del pasado.

Se trata, nada más y nada menos, de acabar con los promotores del Gran Saqueo. Casi nada, la empresa. Pero, en todo caso, siempre queda la esperanza de que los de abajo den cumplida respuesta a los nuevos tiempos. Los pobres contra los ricos, los oprimidos contra los opresores, podría ser una de las interpretaciones de la novela de Mario Azuela. O dicho de otro modo, la misma partitura que sigue sonando en el teatro del mundo.

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