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Los recuerdos de mi lápiz

El placer de escuchar música

La historia del sacerdote Don Manuel "el altu"

Yo que no soy músico ni cantor pero ¡ay! como me gustaría cantar. Y cuando escucho la música y cuando escucho cantar, viene a mi memoria pasajes de niñez. Recuerdos de los siete u ocho años de mi vida y vuelvo a contemplar la entrañable figura de aquel cura, Don Manuel "el altu".

Era Don Manuel de una personalidad arrolladora, impresionante orador pero sobre todo un extraordinario músico. Sus manos arrancaban sonidos celestiales del órgano de nuestra bellísima iglesia que yo escuchaba en aquellas misas de doce, los domingos.

Nuestro cura Don Manuel "el altu", cuando nos impartía la asignatura de religión, dejaba siempre entrever su amor por la música. Siempre recordaré como nos contaba la historia del organista de una iglesia, que estaba practicando una pieza de Félix Mendelssohn y no la estaba tocando bien. Frustrado, recogió sus bártulos y se dispuso a irse. No había notado a un extraño que se había sentado en un banco de atrás. Cuando el organista se dio la vuelta para irse, el extraño se le acercó y le preguntó sí él podía tocar la pieza. El organista respondió bruscamente: "nunca dejo que nadie toque este órgano". Pero después de dos amables peticiones más, el organista gruñón le dio permiso, eso sí, con cierta resistencia. El extraño se sentó y empezó a tocar llenando el santuario de una hermosa e impecable música. Cuando terminó, el organista preguntó. ¿Quién es usted? El hombre contestó: Yo soy Félix Mendelssohn.

Aquel organista por poco impidió al creador de la canción tocar su propia música.

Hay veces en las que nosotros también tratamos de tocar los acordes de nuestras vidas e impedimos a nuestro Creador que haga una hermosa música.

Dios tiene una sinfonía escrita para nuestras vidas. Dejémosle que haga su voluntad con nosotros.

Así eran las magistrales lecciones de Don Manuel "el altu", impregnadas siempre por su amor por la música.

Con aquel cura, aprendí a "oír" la maravillosa música, llegando incluso a escuchar los impresionantes sonidos del silencio.

Los Recuerdos de mi Lápiz dibujan la figura de un Don Manuel en su motocicleta, desplegando toda su jovialidad y magnifica presencia. Brindando su recuerdo a todos los que conocimos a este cura que amaba la música y tocaba el órgano casi igual que Félix Mendelssonh, o sea igual que los mismísimos Ángeles.

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