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Economista

Cincuenta años de economía en Mieres (y II)

Cinco décadas de declive industrial en el concejo

Situarnos 50 años atrás no es un ejercicio gratuito ni exento de lógica social y económica. Aún en plena dictadura ésta hacía agua por muchas costuras y es que, a pesar de las duras y a veces crueles represiones, los obreros asturianos y, especialmente los mineros, se enfrentaban al régimen político no solamente buscando mejoras laborales sino sociales e incluso políticas.

Tras la constitución de Hunosa y el desmantelamiento de Fábrica de Mieres, se inicia un proceso de "regeneración" industrial que parte de los instrumentos que el propio régimen había creado unos pocos años antes.

En efecto, el decreto 240/1969 de 21 de febrero, creaba cuatro nuevos Polos de Desarrollo Industrial, localizados en Granada, Córdoba, Oviedo y Logroño, eligiendo en Asturias una serie de municipios, en concreto 16, ubicados en lo que se denomina como el ocho asturiano, si bien en el marco de este Plan se diseña lo que pasó a denominarse como "Zona de preferente localización industrial", un espacio en el que se precisa facilitar la reconversión y sustitución de las actividades económicas tradicionales, con la implantación de aquellas otras que permitan un mejor aprovechamiento de las obras de infraestructura realizadas y de las condiciones naturales y demográficas.

Esta práctica se asienta a lo largo de los cincuenta años analizados, una vez que se van consolidando las distintas reconversiones: siderúrgica, naval y, finalmente, minera, de tal forma que en 1985 se establece, a través de la ley de Incentivos Regionales, lo que era la Zona de Promoción Económica de Asturias (ZPE) que incidía, prácticamente en todo el territorio regional y lo que se aplicó exclusivamente a las zonas mineras: Zona Industrializada en Declive (ZID).

También, dentro de las actividades de promoción, se desarrolla otra vía que es la de sociedades de capital-riesgo : la Sociedad Regional de Promoción (SRP), creada en 1984 y la Sociedad para el Desarrollo de las Comarcas Mineras (Sodeco).

También, durante 1984, se constituye el Instituto de Fomento Regional (IFR), hoy IDEPA, como organismo instrumental para dirigir la política de promoción en el Principado.

Todos estos instrumentos, en lo que a las cuencas mineras se refiere, tuvieron sus fases, coincidentes con el conjunto del tejido industrial asturiano. En primer lugar mucha actividad y creación de empresas (con muy poca vida real) que fue decayendo en la medida que los ciclos económicos se iban reactivando, hasta llegar a la que, desde mi punto de vista es la apuesta y el intento más sólido y serio para reindustrialización de las cuencas mineras, un proyecto integral, colaboracionista, solidario y con recursos suficientes para modificar unos territorios en claro declive, por no hablar de desintegración, estamos hablando de lo que se conoció popularmente como Fondos Mineros.

Si bien la minería ya conocía claramente lo que era una reconversión social a partir de los años sesenta, los agentes sociales, políticos y económicos eran plenamente conscientes que los paulatinos recortes de actividad imposibilitaban la estrategia de alcanzar empleos alternativos en las comarcas que sufrían la reconversión. No creo que a nadie se le escapase que era materialmente imposible que los diez mil empleos que existían bajo tierra en el concejo de Mieres en el año 1968 podrían recuperarse en alguna actividad económica en el suelo del municipio o comarca, por mucha promoción de suelo industrial que se hiciese

De cualquier forma, cuando en 1998 se inició el Plan General de la Minería, la mayor parte de los fondos de reactivación disponibles se destinaron a cubrir la total carencia de infraestructuras de comunicación en las Comarcas Mineras. Carencias difíciles de entender en unos territorios que, durante muchos años, fueron uno de los pilares económicos de Asturias, lo que ya implicaba abandono continuado de estas zonas por parte de las Administraciones Públicas.

El Plan General de la Minería 1998-2005 fue de forma inevitable el plan de las Infraestructuras de Comunicación. Casi el 70% de los 1.300 millones de euros que correspondieron a Asturias se consumieron en estos proyectos.

El Plan General de la Minería 2006-2012 tenía como objetivo principal la generación de empleo. Por eso los aproximadamente 750 millones de euros que Asturias recibirá para estos proyectos tenían que orientarse hacia ese objetivo que se vería complementado con las ayudas para la creación de empresas.

La distribución de los fondos mineros propuesta por el Gobierno Regional y los Ayuntamientos, hasta el año 2009, ha mantenido la línea de inversión del plan anterior, apostando de nuevo por las infraestructuras de comunicación en las que se consume la mayor parte del presupuesto y no contribuyen a la necesaria creación de un nuevo tejido industrial que genere empleo de futuro.

El último Plan de la Minería que se aplica para el periodo 2013-2018, aparte de estar paralizado durante varios años, asignó 250 millones a infraestructuras y 150 millones a ayudas a empresas. En cuanto a los fondos disponibles para infraestructuras se utiliza para pagar proyectos ya finalizados de planes anteriores.

Es evidente (y los datos económicos expuestos en el primer artículo así lo demuestran) que la llegada de una importante remesa de recursos económicos no contribuyó a reactivar unas zonas castigadas, desde hace más de cincuenta años, y las razones son múltiples y complejas: falta de previsión y planificación de las inversiones, prejuicios empresariales para ubicarse en las comarcas mineras, incumplimientos claros por parte de las Administraciones en sus obligaciones financieras y urbanísticas, lucro personal de conocidos "sinvergüenzas" que hacían las veces de líderes sindicales, pero el verdadero drama del "fracaso" de estos planes fue la llegada de la crisis en 2007, que borró del mapa algunas iniciativas que tenían visos de renovar el deteriorado tejido industrial de las cuencas.

Pero, sin embargo, considero que no todo ha sido "tierra quemada", aún tenemos un tejido industrial y empresarial, aunque empequeñecido, que puede generar sinergias a través de mecanismos que tenemos que esforzarnos por conseguir. Es evidente que estamos agotando el ciclo de promoción económica generado hace ahora cincuenta años en el que se buscaba alternativas ante la desaparición de empresas nacidas con la segunda revolución industrial. Ahora, la puesta en marcha no solamente de la tercera, sino, incluso, de la cuarta revolución industrial, las opciones alternativas han de basarse en nuevas fórmulas y disyuntivas empresariales

Desde este punto de vista, la presencia del Campus Universitario en Mieres no es la única esperanza pero sí es un activo serio para investigar, promover y potencias sectores y empresas alternativas que, en juego con las Administraciones y las empresas (aunque sean muy reducidas) den pie a nuevas posibilidades de un crecimiento sostenible en territorios como el de Mieres.

Los Fondos Mineros no son ejemplo de gestión, ni de eficacia ni eficiencia, pero como nos gusta decir a los economistas, el coste de oportunidad (el coste de oportunidad de una inversión es el valor descartado debido a la realización de la misma o también el coste de la no realización de la inversión), de no haber aplicado los fondos dejaría para Mieres en particular y las cuencas mineras en general, un verdadero desierto y, al menos, desde un punto de vista, quizás generoso, podemos pensar que en un futuro más o menos cercano las cosas puedan cambiar.

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