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El fuego sagrado de González Iglesias

El poeta salmantino publica Confiado

La heredad incuestionable del mundo clásico y su nave propulsada de sabiduría, además del conocimiento del oficio de escritor, que sólo otorga el poso lento de los años, son sólidas herramientas en la poesía de Juan Antonio González Iglesias (Salamanca, 1964). Acaba de ver la luz su ultima obra Confiado (Premio Internacional Ciudad de Melilla), una obra que se deposita en la confianza y en la sinceridad, valores que deberían cotizar al alza según el autor salmantino y que defiende porque "la idea es huir del cinismo contemporáneo, que no es el cinismo de la antigüedad de Diógenes". Y ejemplifica su postura con la búsqueda de Transtömer de "uno que pueda verlo todo sin odiar." "El cinismo actual es estar de vuelta y burlarse con odio mientras yo creo que el poeta debe sostener el mundo con la palabra amor. Estamos en una época donde se impone lo contrario: contrarrestar y mermar al otro como ideal romántico. Yo soy clásico y pienso que lo más fácil es hablar mal de los demás, mejorarlo y proyectarte en la otra persona es más difícil: es lo que yo he intentado", afirma González Iglesias. Una apología de la sencillez travestida en la belleza de lo primigenio :"No ha sido nada fácil. El libro es proyecto, voluntad y un acto deliberado hacia algo. Hemos de dirigirnos al futuro para esperar que sea mejor. Apuesto por la gente sencilla. He optado por un trago de agua mineral en lugar de un cóctel. La sencillez llega a cualquier parte. La complicación no conduce a nada y nos puede llevar a la pura perversión".

Un libro que destila esencia de agua pura y fuego sagrado en medio de máximas poéticas y bíblicas que se alzan para revertir y mejorar el mundo: "La idea es que el logos, lenguaje de la antigüedad puede sostener el mundo. El lenguaje tiene dimensiones cosmológicas". La depurada fuente inagotable de los clásicos aparecen recurrentes tanto como sólido argumento literario, así como también para una terapia de choque para soportar los envites del mundo: "No hay mejor agua para este momento, tal y cómo está el panorama de aguas turbulentas. A pesar de que muchos escritores contemporáneos dicen no haberlos leído, pienso que son indispensables. Y para la propia formación del ciudadano los considero imprescindibles". Unos valores que conocen la doblez de los regresos y cuya actualización debería siempre ser tarea del presente: "La construcción del ideal clásico y su canonización es lo más parecido a la eternidad. Ellos están ahí, siempre cercanos, hay una sentencia de esa época que dice 'el bien siempre está disponible'. Hay que recuperarlos y pueden volver a estar de moda. Lo ideal es empezar por la educación, luego trasladarlos a la cultura, la música? "

En toda la obra poética de González Iglesias el deporte adquiere categoría y rango de arte sublime: "Está presente esa rima griega de atleta y poeta, que tienen varias facetas comunes. La poesía es el deporte del lenguaje. Tanto deporte como poesía exigen sacrificio y renuncia para llegar a metas increíbles que rozan lo divino. Me permite compartir mi mundo de manera física con mi soporte griego".

Las plataformas de la red que nos remiten a un poema con un clic tienen su haz y su envés para el autor salmantino:"No estoy muy al tanto de lo que se escribe en las redes sociales. La poesía ha conseguido mutar a Internet y su mundo con un lenguaje verdadero: encuentras poetas nuevos y traducciones al instante. Sin embargo tiene el reverso horroroso de ser tremendamente cuantitativo de juzgar el contenido de una página literaria por el número de visitas. Hay que acabar con el tópico de que lo numeroso es mejor".

La reposada y elaborada concepción de Confiado tuvo lugar en la Villa Marguerite Yourcenar de París gracias a una beca. Un tiempo para encontrar el equilibrio como vía libre para la creación de este profesor de literatura y lenguas clásicas en la Universidad de Salamanca:"He ido tomándome mi tiempo y he contado con la confianza que ha depositado en mí una institución pública. Este libro es un mundo de momentos, lo he escrito en unos meses perfectos para lo que quería y rodeado de excelentes escritores. Además, sin fetichismo cultural alguno, Marguerite Yourcenar es una de mis escritoras favoritas; siempre me ha acompañado".

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