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Y porque canto

Antes de que sea tarde, el relato personal de Víctor Manuel

Y porque canto

"Toda memoria es, en cierta medida, imaginación".

Oliver Sacks cita al biólogo Gerald M. Edelman en "Musicofilia" (Anagrama)

Cuenta Víctor Manuel en sus memorias Antes de que sea tarde, a las que ha subtitulado "descosidas", que en 2004 se embarcó en el proyecto "Neruda en el corazón" en el que varios músicos adaptaban los poemas del chileno. Él escogió "Plenos poderes", que es justo donde se tenía que caer. Esa poesía contiene unos versos que podrían definir el espíritu de este libro y de su carrera: "Y sé que sigo y sigo porque sigo/ y canto porque canto y porque canto". En ellos Neruda juega con dos verbos preciosos que casi forman una relación de causa-efecto en la trayectoria del mierense: canto, luego sigo. A lo largo de más de cincuenta años, la obra de Víctor se ha enraizado tantísimo con su biografía y con la de este país que pareciera que estuviesen friccionando de continuo, como esas placas tectónicas que nos enseñaban a querer y a temer en la escuela. Memoria, país y cancionero aquí son uno y trino y, por tanto, el autor decide deconstruirlos, un recurso que los engrandece al pasarlos a papel. A base de bajarles el tono con esa timidez marca de la casa y discurrir por muchos estilos (literario, periodístico, poético, discursivo, dialogado, fabulario, de inventario, de diario?) las más de seiscientas páginas del volumen respiran con una mezcla alegre de nostalgia del pasado, vivencias del presente y una mirada tierna y esperanzada, hay nietos por medio, del futuro.

En una de las muchas cartas que el crítico y escritor William Dean Howells (1837-1920) le envió a Mark Twain (1835-1910) le advertía que ni siquiera él, al escribir su autobiografía, podría acercarse a la "cruda verdad" sobre si mismo. Contestó, definitivo, Twain: "Una autobiografía es el más verdadero de los libros, aunque inevitablemente consista en suspensiones, disminuciones o revelaciones parciales de la verdad, (...) cuyo resultado es que el lector conozca al autor a pesar de sus astutas tretas". A pesar de la amalgama de estilos y su consciente desmontaje del recuerdo, equivalente a buscar la melodía en una serie de notas que no parecen hechas para arrejuntarse, Víctor Manuel está siempre presente y, en especial, al inyectar literatura mayúscula a sus capítulos de infancia. Ahí reluce Antes de que sea tarde porque se trae hacia si la tradición naturalista del XIX y XX y uno se acuerda de Clarín, luego Zola, y de la violencia ósea del pueblo en Cela y Delibes, y de Gila que la hizo chiste, y lo primitivo de un minero que llega a casa a curarse los latigazos, a tiras hecha la espalda, que le ha dado la Guardia Civil. "Pegáronme", dice Víctor que decía el pobre. Así era la infancia, si consideramos a la generación de los cincuenta como la primera con algo que se le pareciese, y aún hay tiempo para la ilusión cruda, de chiquillo pobre con putas, y moros, y una tal Genta suicidándose en el "lavaderu" con el Puente de la Perra al fondo: Françoise Hardy que se aparecía en Mieres para parar un rato el tiempo. Todo bueno venía del cine, y de allí, no es casualidad, le vino después Ana Belén.

El mosaico descosido que compone el libro, con las aristas propias de esa memoria/imaginación de Edelman, es también un continuo pasar de personajes que entran y salen, que se revuelven; unos malos, otros buenos y otros medio pensionistas que permiten que se vea, entre las verdades camufladas de las que hablaba Twain, la buena y la mala hostia del que lo firma. Las vicisitudes de la carretera, los encuentros y reencuentros, a cientos, y el váter de Raphael, y la Transición, y el ostracismo, y las amenazas, y los muertos, y Allende, y, al final, la extraña sensación de Víctor como figura protagonista de su libro y, a la vez, secundaria o, a ratos, casi de cameo.

Víctor Manuel, que cumplirá cien años en 2047, responde a sus nietos con cosas mínimas para niños, palabras tranquilizadoras al cuerpo entero infantil, en diversas fábulas de su "Antes de que sea tarde". Pienso ahora que les deja estas memorias emocionantes, armónicamente deslavazadas, espléndidas, para cuando sean mayores.

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