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El corazón en la maleta

Ismael Serrano debuta en la poesía con Ahora que la vida, un puzle urbano y cotidiano de poemas extensos y de haikus

El corazón en la maleta

Si sus canciones están trazadas con el arrojo de los suaves golpes poéticos, Ismael Serrano (Madrid, 1974) ha tardado casi veinte años en parir su primera obra literaria.

En Ahora que la vida asume su papel ineludible de trovador para agarrar a la lírica por la solapa y tutearla, una sensibilidad que saca astillas a la razón, como él mismo apuntilla en el prólogo: "El poeta no es el delfín que salva náufragos, al menos no debería tener esa vocación, quizá sí la de trascender, no como acto de vanidad, sino como único razonamiento válido para encontrar ventanas abiertas a la esperanza".

Serrano pasa por lo cotidiano como un transeúnte perdido pero que no ha perdido el sentido de la observación. El poeta va acentuando la ciudad con sus cuidadosos versos, orientándola o desnortándola en un poemario de marcada impronta urbana. La nostalgia será un saludable ejercicio liberador, una salutación a la plenitud: "El verano era inmenso,/ una colcha bordada por mis abuelos,/ un barco anclado en la viña seca". Su poesía se coaliga de humanidad para dialogar con el "próximo prójimo" que diría Mario Benedetti, influencia notable en el cantautor vallecano. Entonces, el amor será una consumación bienhallada: "Te vi reflejada en todas las aguas/ y como una zarza ardiente/ señalabas el camino hacia mi tierra prometida:/ menos tu regazo todo es penumbra".

La poesía enmendará la cotidianidad con su relumbrón fulgurante: "la llamada de embarque en aeropuertos,/ todo anuncia este momento,/ este encuentro de leones que no olvidan".

Madrid será un teatro donde todo sucede, enclave de estruendo y silencio con todo su potente contenido literario y su, en ocasiones, realidad esquiva: "Huele a castañas asadas y mujeres malheridas duermen en los portales". Otros lugares como Caracas o La Habana parece llevarlas en la maleta y en el pensamiento. Un paseo por la ciudad cubana sirve para homenajear a escritores fetiche como Maiakovski, Neruda o Chejov. La literatura de Ismael Serrano demanda y exige felicidad: "Canto esta distancia llena de lluvia,/ la cama encharcada, alambre de espino en las mesillas"; el diluvio será patrimonio del recuerdo. La conciencia y toma de partido, otro de sus rasgos más definitorios, se plasma a veces con decoro poético o con imperativo: "retira tu colmillo de la escuela/ devuélvele la cama a los enfermos". "Ahora que la vida" es un libro de poemas extensos que dan paso a los haikus, algo que aligera su parte final. Un puzzle que teje un equipaje desembalado de remembranzas y olvidos, cuyo resultado es paralelo y parejo a la vida misma.

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