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Los raros

Moisés Mori reúne en No te conozcas a ti mismo tres ensayos sobre Gérard de Nerval, Marcel Schwob y Raymond Roussel

Los raros

Hace unas semanas que Enrique Vila-Matas se hacía eco de este último libro de Moisés Mori (Cangas de Onís, 1950) en uno de sus artículos en prensa, leyéndolo como una defensa de la invención en la literatura, en horas dominadas por lo "basado en hechos reales". Nada parecería más lejos, sin embargo, del autor de Lo inmortal y otros ensayos de literatura (1991), Estampas rusas (1997) o Voces de Albania (2007), que ha ido haciendo su obra con estas lecturas críticas de Turguénev, Kadaré o Annie Ernaux, entre otros autores de las tradiciones europeas. Pero acierta Vila-Matas: Moisés Mori abre el espacio vital de su literatura con la glosa de autores reales, pero dándose el derecho de inventarlos, o descubriéndolos como inventores de sí mismos.

Mori ha acuñado la pauta de ensayar libremente una lectura atenta a la biografía de sus autores, desde una doble tensión: por un lado, reuniendo lo que aparece disperso, hallando sentidos inéditos en la ilegible cábala que componen época, psique y obra; algo que me animo a entender como la dimensión religiosa de la escritura de Mori (su necesidad de religar los elementos a un centro primordial). Y, a la vez, otra tendencia paralela a disolver los sentidos aceptados, las convenciones e ideas recibidas sobre esos escritores. Cuando una de las dos direcciones parece cerrar el círculo, la opuesta interfiere su órbita para trazar la irresoluble espiral en que se muestra la obra de Mori. No de otra forma actúa el recurso poético predilecto de su escritura, la enumeración caótica, como suma o cifra.

Sus libros pueden así iluminar las oscuridades más insospechadas, al tiempo que extrañan el perfil más rutinario de los escritores sometidos a su observación. Algo como lo que Rubén Darío sugería en esa colección de mariposas que es Los raros (1896): no pocos de los autores que retrataba ahí lo eran, en efecto, para el lector hispanohablante de la época, y otros lo eran en sí mismos; pero a todos los volvía extraños la mirada de Rubén.

En este libro, Mori reúne tres ensayos independientes sobre Gérard de Nerval, Marcel Schwob y Raymond Roussel. La fantasía más febril en el autor de Las quimeras (1854), la enciclopedia apócrifa en las Vidas imaginarias (1896) de Schwob, y la página como anhelado "lugar solitario", el hermético solipsismo de Locus solus (1914). En los tres, además, el viaje iniciático a Oriente: el "grand tour" epistolar de Nerval por el Mediterráneo bizantino, la peregrinación de Schwob a la tumba de R. L. Stevenson en la Polinesia, la travesía de Roussel al magma esotérico del Nilo. En cada uno de sus mapas, dispares caminos secundarios: la búsqueda del eterno femenino, la enfermedad, la locura, la máscara, el suicidio.

El lector hilvanará las líneas de estas tres manos en un destino legible. Dos ideas-fuerza recorren entonces el conjunto a partir de la sentencia antioracular de Schwob en El libro de Monelle, "no te conozcas a ti mismo": la vida al servicio de la imaginación pura, y la obra como huida de sí. Pero poco importará que esos viajes al confín de lo real sean en buena medida imaginarios (Nerval), deseo truncado por la enfermedad (Schwob) o enajenadas estadías en hoteles de cortinas echadas (Roussel): el espejo más remoto seguirá reflejando a cada quien. Terco genio del romanticismo. Como en el cuento de Borges, el mapa del mundo dibuja las líneas inevitables de nuestra cara.

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