Tània Balló (Barcelona, 1977), productora y directora de cine, se ha propuesto rescatar del olvido a una parte fundamental de la Generación del 27: las mujeres. Y para ello realizó recientemente un documental, Las Sinsombrero, sobre el que en este libro nos cuenta en parte el cómo se hizo. Ciertamente, desde el punto de vista literario, este grupo generacional ha pasado a la historia con los nombres que Gerardo Diego incluyó en su antología de 1932 -un poco como apéndices y debido a las "sugerencias" de Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas se añadirían en la edición de 1934 los de dos mujeres: Ernestina de Champourcin y Josefina de la Torre-, pero cabría matizar que ni siquiera entre estos nombres hay homogeneidad y el tiempo los ha tratado de manera desigual (no han tenido la misma suerte Federico García Lorca, Rafael Alberti o Luis Cernuda que Emilio Prados, por ejemplo).
Es indudable que, como dice Tània Balló, "durante años la historia ha sido escrita por y para los hombres". Y sin embargo, el concepto de "olvido" suele ser bastante difuso, porque la Historia está repleta de olvidos y puede incluso que, hablando de arte, lo contrario de la memoria no sea el olvido, sino la indiferencia. Tiene mucha razón Balló, de nuevo, cuando afirma que esta tendencia a olvidar a las mujeres de la Generación del 27 está muy relacionada con que ellos (los Alberti, Dalí, Buñuel, etc.), "sus amigos y compañeros, tan modernos y transgresores, en el fondo no veían con buenos ojos que las mujeres irrumpiesen con fuerza en el mundo del arte y del pensamiento, por lo que no pusieron mucho empeño en hablar de ellas en sus aclamadas y esperadas memorias". Tiene, ya digo, razones y razón para hacer esa reclamación, pero donde falla, a mi modo de ver, es en algunos de los nombres que pretende recuperar.
¿Está más olvidada hoy María Zambrano -una de las diez mujeres que se incluyen aquí- de lo que lo están otros miembros de su generación como César Arconada, Andrés Carranque de Ríos o José Díaz Fernández? No creo que se pueda sostener eso acerca de alguien que fue galardonada con premios como el Príncipe de Asturias y el Cervantes. ¿Está más olvidada hoy Ernestina de Champourcin que Juan José Domenchina, quien fuera su marido? Tampoco lo parece.
El grupo de mujeres que Tània Balló rescata en este libro vivió en un mundo hecho por y para los hombres, e indudablemente, en general sus compañeros de generación las miraban por encima del hombro y las consideraban más una extravagancia o un adorno que auténticas rivales en el plano intelectual. El trato era paternalista, cuando no directamente machista, pero eso ha ido variando con el tiempo -porque las mujeres lo han peleado y conquistado- y precisamente la mayor parte de la nómina de las artistas que se recogen en este libro han sido estudiadas en las últimas décadas. En algunos casos se ha reunido su obra y se les han dedicado tesis doctorales, conferencias en congresos y artículos especializados o divulgativos. No cabe duda de que fueron auténticas heroínas capaces de quitarse el sombrero para salir a la calle cuando eso estaba mal visto -la anécdota la cuenta la pintora Maruja Mallo y sirve de punto de partida tanto para el documental que hizo Balló como para este libro-: "Un día se nos ocurrió a Federico, a Dalí, a Margarita Manso, que era estudianta de Bellas Artes, y a mi quitarnos el sombrero porque decíamos parece que estamos congestionando las ideas, y atravesando la Puerta del Sol nos apedrearon llamándonos de todo".
Las mujeres han luchado y han conseguido comenzar a ocupar esa mitad del mundo que durante siglos les fue negada por una sociedad patriarcal. Queda mucho trabajo por hacer y en ese sentido tanto el documental como el libro de Balló son buenas herramientas divulgativas, pero quizá no convendría meter en el mismo saco los nombres de Margarita Manso -artista menor y ciertamente olvidada- y los de Concha Méndez, María Teresa León o la mencionada María Zambrano.
