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Arte

Núñez Arias: de nuevo diez años de su pintura

Como en la gran retrospectiva de 2005, el artista vuelve a acreditar la personalidad y coherente evolución de su obra

Núñez Arias: de nuevo diez años de su pintura

Las exposiciones retrospectivas resultan especialmente interesantes tanto para los artistas como para los aficionados al arte, porque ofrecen la posibilidad de conocer en directo el resumen de un determinado periodo del trabajo de un creador y con ello de la evolución de su obra, lo cual depende desde luego de contar con piezas verdaderamente representativas de la época representada y con el adecuado espacio para exponerlas, cosa cada vez más problemática. Núñez Arias ha sido en este aspecto afortunado, gracias sobre todo a que se ha esforzado en ello, y el resultado es que la historia del arte asturiano puede contar con información de interés sobre veinte años de su pintura, con el testimonio además de catálogos que los documentan, editados con motivo de dos exposiciones retrospectivas.

La primera es del año 2005. Como eran mejores tiempos para el arte, aquella muestra resultó espectacular tanto por el número de obras reunidas en el Palacio de Revillagigedo, como por el magnífico catálogo publicado. Sin embargo, antes de los años representados entonces (pinturas de 1995 a 2004); Núñez (Castropol, 1949), era prácticamente desconocido. Fue en 1994 cuando aquél pintor de vocación y profesor de enseñanza primaria, aparecía con una obra sorprendente por la personalidad de su estilo y por el riesgo que suponía abordar en una primera muestra un innovador planteamiento plástico que en su apariencia remitía a la abstracción informalista y daba el mayor protagonismo a la materia en superficies muy texturadas en las que alternaban relieves, hendiduras, resquebrajaduras, quiebras pictóricas, calidades en ensordecidas armonías cromáticas. Aquella aparente abstracción era sin embargo más bien una analogía de la realidad figurativa, porque Núñez, fascinado por los acantilados, las paredes rocosas de su mar del occidente asturiano, pintaba el paisaje de la roca en superficies reducidas y cambiantes, según recibieran la humedad del agua del mar o la luz del sol resbalando sobre ellas, en un "trompe l'oeil", en palabras de Juan Eduardo Cirlot "realismo de campo restringido" o "estratos abstractos" en las del propio pintor. Su éxito con aquella pintura fue espectacular: solo un año después recibió el primer premio del Certamen de Luarca y luego le llevó a ser el artista más premiado en España durante aquél tiempo, con el Goya, Caja Madrid, Focus Abengoa y BMW entre otros.

Aquellos paisajes "pálidos y lapidarios" como los definió Guillermo Solada, dieron paso a partir de aquella retrospectiva a una evolución desde el propio estilo, con el mismo protagonismo de la materia y la exquisita y laboriosa elaboración plástica de las superficies. La visión del campo pictórico dejó de concentrarse en magnitudes reducidas para que entrasen en él la atmósfera, el espacio y una estructura compositiva en la que se fueron delineando líneas y anotaciones gestuales cercanas al diseño paisajístico más afín a la realidad percibida. La misma pintura en lo esencial, idéntico tratamiento del tejido pictórico, pero adquiriendo ahora una dimensión de mayor lirismo, dulcificada la pintura en razón de su temática y expresada en texturas de mayor suavidad y variedad en la riqueza cromática y las variaciones tonales, apareciendo los azules, verdes, rosas, dorados, diversidad de grises y ocres..., porque ahora son los paisajes del mar y de la tierra.

Diez años de pintura de nuevo en esta retrospectiva en la que, como antes, el empeño de la obra de Núñez Arias se demuestra sobre todo en los grandes formatos, que ponen verdaderamente a prueba al pintor. Pintura de emocionado encuentro con su paisaje, a su manera; diferente pero a la vez idéntica a sí misma.

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