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LUIS MUÑIZ | POETA. ACABA DE PUBLICAR "MEMORIA DE CONTACTO"

"En marcos tan inhumanos como la crisis escribir poesía tiene más sentido que nunca"

"Busco en el pasado, en echar la vista atrás, - el líquido con el que contrastar el día a día"

"En marcos tan inhumanos como la crisis escribir poesía tiene más sentido que nunca"

Memoria de contacto (Trea) es el tercer poemario de Luis Muñiz (Caborana, 1964), tras Un fragor indeterminado (2008) y Libro segundo (2011). Autor en continua búsqueda de nuevos moldes expresivos para una voz de inusual potencia y amplísimo registro, Muñiz reflexiona en esta entrevista sobre su obra y concluye que en trances como la actual crisis tiene más sentido que nunca el aparente anacronismo de escribir poesía. Luis Muñiz, redactor de LA NUEVA ESPAÑA, presentará mañana Memoria de contacto en el Foro Abierto de la librería Cervantes.

-¿Apetece reabrir un libro que ya está cerrado?

-No siendo uno famoso no puede decir no a una entrevista. Pero todo lo que viene después de dar el visto bueno al poema despierta mucha pereza. Corregir pruebas puede convertirse en un proceso sin fin. Aunque hay poetas que parecen encontrar un placer malsano en reescribirse. Sin acudir a Juan Ramón Jiménez, tenemos a Gamoneda, capaz de reescribir sus primeros trabajos con el objetivo bien palpable de eliminar las referencias estéticas de un tiempo determinado, el del realismo social. Al margen de esto, hay que cerrar el libro para escribir el siguiente. El mejor poema es el que está por escribir.

-Pues abramos por la cubierta, por esa Memoria de contacto del título.

-Memoria se refiere al deseo de hacer balance, más que a una poesía de la memoria. Echar la vista atrás para analizar el presente. Buscar en el pasado el líquido con el que contrastar el día a día. En cuanto a contacto, alude a la relación con la pareja, los hijos, los amigos y el mundo en general, eso que solemos llamar realidad y yo prefiero llamar lo real para restar peso a la construcción ideológica que hay en el concepto de realidad.

-Es también el título del último poema.

-Lo concebí para que titulase y cerrase el libro, del que pretende ser un balance. Parte de una experiencia, la que me produce el camino de acceso a la playa de Toranda, en Llanes, que trepa por las callejuelas de un pueblo, de modo que al llegar a la cima y ver la playa abajo se tiene la impresión de que está más alta de lo que debería. Esa altura extra sugiere una mayor proximidad entre cielo y agua. Esto se mezcla con el concepto de entrelazamiento cuántico, desarrollado por el físico John Bell, del que, en términos comunes, se puede extraer con facilidad la idea de que dos partículas que han estado en contacto reaccionan de modo simultáneo al ser estimulada una de ellas aunque estén muy alejadas.

-¿Incluye ecuaciones?

-No. Pero todo esto desencadena reflexiones que en el poema se plasman más como posibilidades que como hechos. Si todos somos materia, aunque estemos separados estamos juntos, y las nociones de espacio y tiempo en las que nos basamos para vivir y definir nuestras relaciones con el entorno desaparecen. El final es una especie de deriva mística, pero sin apartarse de la materia, como lo prueba el empleo de términos de la alquimia. Supongo que se trataba de volver oro un día más bien nublado.

-¿Qué aporta Memoria de contacto a su obra?

-De mis tres libros es el que tiene una estructura más deliberada y calculada. Lo he concebido como la subida o bajada por una escalera en la que los poemas cortos funcionan como rellanos, como un reposo para digerir un bloque de textos largos antes de abordar el siguiente.

-¿De dónde arranca la escalera y a dónde lleva?

-Un fragor indeterminado giraba en torno a un poema central, mientras que en Libro segundo se jugaba deliberadamente a la dispersión, a la ausencia de centro. En Memoria de contacto intento trazar itinerarios, sobre todo uno que va de la religión a la ciencia-tecnología pasando por un bloque de poemas más experimentales, sin hilazón argumentativa, como "Mar Rojo".

-¿Rojo de sangre?

-Rojo de Rimbaud en Adén. Es un poema montado solo con fragmentos de las Cartas abisinias para dar voz al poeta que decidió quitársela a sí mismo. Todo surge de una frase de una de las cartas: "Mi queja es una manera de cantar". No dudo que sea una ironía, pero me dio la pista y el deseo, incorrecto, de hacer cantar a quien se había segado la voz.

-Rimbaud parece su poeta de cabecera.

-Él y Baudelaire son los detonantes de mi poesía. Baudelaire porque es el primero que plasma el impacto de la ciudad grande y moderna en sus habitantes. Es algo que dejo ver en "Limbo y asamblea". Y Rimbaud porque es una especie de disparador incansable de sugerencias poéticas, cuya escasa obra releo al menos una vez al año porque es un tesoro de estímulos para escribir. Lo que no quiere decir que tenga una influencia formal clara en lo que hago.

-También se detecta el influjo de Beckett.

-Es otro poeta, y lo llamo así deliberadamente, y no narrador o dramaturgo, muy importante para mí. Su programa de reducción de la escritura poética a cero, o a menos uno, es justo lo contrario de lo que resulta estimulante en Rimbaud, pero igual de nutritivo. Intenta eliminar cualquier sugerencia que no esté en la propia materialidad de las palabras. También hay en él un rasgo estilístico que me interesa mucho, las figuras de repetición. De la misma manera, no se puede ocultar que el primer poema largo del libro, "El roce", parte de "La canción de amor de J. Alfred Prufrock" de Eliot. Pero ni Eliot ni Baudelaire son una particular influencia directa porque son ya clásicos absolutos.

-Como Pound, otra presencia muy clara en su obra.

-Sí, en Libro segundo, toda la construcción de "El enfriamiento de la economía", el largo poema que lo cierra, es poundiana, yuxtapone fragmentos ajenos y reflexiones propias. Se intenta elevar el fragmento, la cita extraída de soporte ajeno, a elemento poético de primer orden. Entendiendo como poético lo que sirve para construir poemas, porque no hay nada que en sí sea o deje de ser poético. En Memoria de contacto donde más se siente esa influencia es en "El roce", una reflexión sobre la vida en pareja. Pero, bueno, Pound es ya un lugar común porque sus técnicas se han revelado infinitamente ricas. Personalmente, la yuxtaposición de fragmentos me permite romper mi tendencia a la poesía meditativa, me permite construir rompiendo.

-¿Para qué romper si se trata de construir?

-El objetivo es romper el discurso con la esperanza de que surja un nuevo agujero en el que internarse. A veces eso no lleva a ninguna parte, pero mientras el poema se mantenga rítmicamente en pie conviene seguir adelante y que ese proceso quede reflejado en el poema. Esa idea ya estaba muy presente en Libro segundo: el objeto poema muestra todos los obstáculos que encuentra en su camino y se va creando más a partir de lo escrito que a partir de las ideas con las que arrancó.

-En este tercer libro se aprecia un mayor recurso al verso corto.

-Siempre he trabajado el verso largo, o el versículo meditativo, y el verso corto, más formalizado, aunque en los últimos años he tendido más a poemas del primer tipo. Sin embargo, en los últimos tiempos se abre paso un intento de estabilizar los hallazgos del verso largo mediante el empleo de moldes. Se trata de un intento de condensación de los mismos materiales. Esta mayor presencia del verso corto propicia formas más estróficas, pero además da lugar a una fragmentación interna del verso largo que conduce a una mayor complejidad rítmica.

-Cierro con la cita portical del volumen: "Cuanto más inhumano se vuelve nuestro entorno, más grande es nuestra necesidad de anacronismos".

-Proviene de un ensayo del poeta británico Michael Hamburguer y pretendo sentar con ella el marco del poemario, fruto del presente vivido estos últimos años. El entorno más inhumano es el de nuestra crisis, compleja y polimórfica, y en ese marco se da la posibilidad de que la escritura de poesía tenga más sentido. Pero también puede aludir a un renovado interés, no necesariamente ortodoxo, por las creencias religiosas.

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