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Poesía

Devoción felina

Los gatos de Bukowski y su vínculo con la escritura

Se establece una extraña y peculiar relación histórica entre gatos y escritura, la admiración que muchos escritores y escritoras sintieron hacia estas bellas e inquietantes criaturas queda reflejada en poemas e historias de quienes compartieron su vida y profesión con amistades felinas, lista en la que destacan nombres como Julio Cortázar, Borges, Truman Capote, Camus, Murakami o María Zambrano.

Nos sorprende tal vez dicha relación en un escritor que se caracteriza por una actitud y escritura descarnada, dura, aparentemente despegada, y con una sensibilidad tan sólo apta para ciertos corazones que saben adentrarse en lo más profundo de este escritor que en su crudeza y sinceridad extrema traduce la realidad con una exactitud tan fiera y contundente que no es apta para todos los públicos. En esta excepcional pero también brutal traducción encontramos a su vez la belleza más pura. Bukowski plasma en estos poemas su admiración ("Sube al sofá de un salto/ y atraviesa los/ pórticos de mi/ admiración") y amor por los gatos con quienes compartió su vida, en quienes supo encontrar la serenidad, la sabiduría y la calma que ningún otro lugar podía ofrecerle ("Solo/ esta noche/ en casa/ solo con/ 6 gatos/ que me dicen/ sin/ esfuerzo/ todo cuanto/ hay/ que saber".

Esos "compañeros psíquicos" a los que se refiere William Burroughs "enemigos natos del Estado" que niegan toda autoridad impuesta reflejan en cierto modo el carácter de quien escribe, esa anarquía que la palabra impone y también la soledad que exige, una cierta vinculación por tanto inevitable entre vida, gatos y escritura. Curiosamente esta relación se establece no sólo a un nivel podríamos decir filosófico, de enseñanza o aprendizaje o crecimiento, sino también de vida cotidiana, un compañerismo felino que no establece o instaura pauta o requerimiento alguno, un amor tal vez salvaje, y un afecto que tan solo puede surgir en dos criaturas tan extrañas como escritores y escritoras y gatos. Un amor y afectos verdaderos, esa vinculación tal vez ancestral: "No me gusta que el amor sea una orden, una búsqueda. Tiene que venir a tu encuentro como un gato hambriento a la puerta de tu casa". Un compañero de viaje pero también un crítico feroz: "Ese crítico negro, rechoncho y de una sola oreja /me había dado su veredicto". Bukowski se refiere a sus compañeros felinos como a sus maestros: "Cuando estoy/ abatido/ me basta/ mirar a mis gatos/ para/ recuperar/ el ánimo. / Estudio a estas/ criaturas. / Son mis/ maestros". Demostración empírica de la belleza: "Dejé entrar/ a los 6 gatos/ y fue tan/ hermoso/ que durante unos/ instantes/ tuve/ que apartar la/ mirada". Reflexiones sobre escritura y admiración felina tal vez sólo comprensibles para los amantes incondicionales de los gatos, amor que fácilmente se convierte en devoción una vez que descubres el asombroso mundo felino: "Escribir es también mi gato. La escritura me ayuda a plantarle cara a todo. Me apacigua. Aunque sólo sea durante unos instantes. Luego se me cruzan los cables de nuevo y vuelta a empezar de cero. No entiendo a los escritores que dejan de escribir. ¿Qué les apacigua?"

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