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Arte

Las nuevas geometrías del Grupo Tres

Si Raquel Miranda y Dolores Trabanco parecen jugar con la geometría, Ramón Moncada se nutre de las tradiciones constructivas rusas

Una obra de Raquel Miranda.

Pasados casi tres años, creo sinceramente que aquella exposición titulada "El cuadrado negro cien años después", que en enero de 2015, y en homenaje a Malevich, reuniera en la galería Lola Orato de Oviedo la obra de tres artistas asturianos, bien puede ser considerada histórica. Porque en un medio artístico de encefalograma tan reconocidamente plano, donde son tan raras las iniciativas, resulta muy grato y estimulante comprobar que aquella exposición no se quedó en "una ocurrencia" de tres pintores, ya bien entrados en la madurez - Raquel Miranda, Dolores Trabanco (Nekane) y Ramón Moncada- sino que fue el comienzo de una interesantísima trayectoria artística, luego ya como "Grupo Tres. Nuevas geometrías"(¿Cuánto hace que no se crea un grupo de artistas en Asturias?), de tres pintores que iban a obtener destacados premios individualmente y celebrar como grupo exposiciones de muy notable calidad, que ahora tiene su eco de nuevo en Oviedo.

El trabajo exigente y la capacidad de invención son características de estos artistas, cuya obra se renueva en cada exposición y cuya calidad y méritos ya son reconocidos por un buen número de aficionados y críticos. Como grupo no tienen manifiesto, pero para el caso pueden servir unas líneas firmadas por Ramón Moncada en el catálogo, por otra parte un brevísimo y admirable ejercicio de síntesis sobre la génesis y el desarrollo de la geometría en el arte. Dice así: "El Grupo Tres nace de la necesidad que tenemos de manifestar nuestra creatividad en este ámbito del arte, por eso hemos elegido la geometría como lenguaje de expresión plástica y en ella se cimenta y desarrolla toda nuestra obra". Así de sencillo: la "necesidad" del arte.

La pintura de esta exposición puede servir para tomar contacto con una nueva versión de su obra o de conocimiento para quienes no tuvieran noticia de ella. Empezando por Raquel Miranda, creadora de unas siempre personalísimas composiciones que, desde el signo y la metáfora, suelen entrañar alguna dimensión de lo simbólico o lo oculto, expresado luego con indudables lujos pictóricos, tanto en el aspecto diagramático como en el color y las texturas de las superficies. En esta exposición destaca una nueva serie de mandalas, tema recurrente en su obra en este caso presentado mediante diferentes y misteriosas imágenes encerradas en el círculo ritual. Instrumentos de pensar, como los mantras, para la contemplación. En todo caso obra de sugestiva plasticidad, de trazo expresionista y connotaciones orgánico- psicodélicas que pueden hacer pensar en algún Gordillo. Por su parte Dolores Trabanco nos ofrece un tipo de obra algo alejada de las estructuras geométricas y tratamiento cromático más conocidos hasta ahora, aunque conservando la diafanidad y exquisita ligereza de su poética espacial. Las pinturas de ahora están protagonizadas por esferas que, aún teniendo vocación escultórica, se mueven ingrávidas, ondulantes y fugaces en sutil diálogo con el espacio que las traspasa o las envuelve en luces y brumas que producen hermosos y delicados juegos visuales, ambigüedad entre lo sólido y lo gaseoso en lejanos espacios inciertos.

Si puede decirse que Raquel y Nekane juegan con la geometría con el arte digital, para Ramón Moncada la geometría es un asunto muy serio. La encara con la extrema disciplina, orden y rigor de quien no puede evitar que su amplia cultura y pasión por la abstracción geométrica esté presente en su obra y dentro de las tradiciones de las vanguardias clásicas. Lo que importa es que, dentro de esa ortodoxia, sus creaciones responden a la concepción de códigos constructivos y esquemas propios ,manteniendo una arriesgada apuesta en la originalidad de las formas y sus relaciones formales y cromáticas. El equilibrio en la tensión de esas relaciones evidencia la acertada sintaxis de su construcción. Una exposición verdaderamente digna de ver.

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