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Arquitectura

Moneo, primera medalla Soane

El arquitecto español estrena la distinción que lleva el nombre de uno de los artífices del neoclasicismo inglés

Casa Museo de sir John Soane en Londres. ROGELIO RUIZ

Otras veces he escrito sobre la casa-museo de Sir John Soane en Londres, en la plaza Lincoln´s Inn Fields, en la zona de Bloomsbury, cerca de dónde aquel grupo de escritores saltaron a la fama mundial ( Virginia Woolf?). El arquitecto John Soane (1753-1837) es una figura importantísima del neoclasicismo inglés. Su viaje a Italia, el Grand Tour que todos los arquitectos ingleses de la época hacían, tuvo tremenda importancia en su obra y en la creación de uno de los museos que más me gustan de esta gran ciudad: su casa, donde recoge obras de Canaletto, Hogarth, Turner, Piranesi? y muchas esculturas clásicas. Todo ello dentro de un ambiente de vivienda burguesa exquisito, y mostrando una tremenda inteligencia para su exposición. La sala de los cuadros, como se van desplegando, es curiosísima. La obra de este arquitecto ha tenido importante trascendencia, no solo en los clásicos sino en ejemplos contemporáneos como Juan Navarro Baldeweg, que bebe en muchas ocasiones de sus esferas etéreas, cortadas entre cuadrados que no tocan y rematadas con un óculo (Palacio de Congresos de Salamanca). También son así, los umbráculos de Moneo en el parking de Atocha.

Con el tiempo, y con la importancia que ha ido ganando, se ha incorporado a este museo la casa de al lado también para funciones anexas. Este año, por vez primera, este centro tan importante en una sociedad tan tradicional como la inglesa, ha decidido convocar un premio, que a partir de ahora se dará anualmente con la concesión de una medalla, la John Soane Medal, y que, fíjense la importancia del hecho en un país que tiene más méritos que Francia para haber inventado la palabra chauvinismo, en esta primera ocasión se decide otorgar a un arquitecto español: Don Rafael Moneo, para darle prestigio al premio. Bruce Boucher, director del Sir John Soane´s Museum remarcaba al anunciar esta conferencia y medalla que se impartió y concedió ayer: "Nos complacemos en inaugurar la Conferencia Anual y Medalla John Soane, y nos honramos de que Rafael Moneo sea el primer receptor. Sus edificios, escritos, y enseñanza han enriquecido de manera inmensurable el campo de la arquitectura, y su conferencia promete ser una contribución a la teoría contemporánea". Y no se equivocaba?

He tenido tres ocasiones de mostrarle personalmente mi aprecio por su obra a Don Rafael y señalarle mi admiración y las tres se las debo de agradecer a la Fundación Príncipe de Asturias. La primera fue con ocasión de su Premio, ya que nos dio una clase magistral en la Sala Regia del Palacio del Naranco, donde dijo que siempre se había sentido atado a esta obra de Ramiro I, y fue desgranando el edificio con un saber profundo y discutió amablemente diferentes opiniones con algún especialista local. La Fundación había promovido además una exposición sobre su obra en el extranjero en el Palacio Revillagigedo de Gijón, básicamente recogiendo lo que luego sería su libro Moneo Internacional, pero el día de la inauguración era tal la cantidad de gente que se concentró en la Colegiata del Palacio y luego en las salas, que hacía imposible el disfrute de una obra que requiere calma y silencio. La segunda vez que estuve con él fue cinco días después de esa inauguración con conferencia; estaba acompañado por parte de su familia y feliz, ya que como decimos había recibido dos días antes el Premio Príncipe en Oviedo y se quiso acercar a Gijón a ver, sin gente, como había quedado la exposición con el lugar vacio (a nadie se le escapa que es un perfeccionista). La tercera ocasión que tuve la oportunidad de transmitirle mi admiración fue con motivo del Premio Príncipe de Asturias para F rank Gehry. La Fundación me había encomendado los textos de la exposición de la obra del americano en la Universidad Laboral (From the ground up!). Don Rafael fue en todo momento, en un día difícil y a veces tenso, el perfecto anfitrión del artista de los planos curvados de titanio. Este día en Gijón, tras una conversación "privada" entre ambos importantes arquitectos ante más de setecientas personas y ya cerca de las diez, parecía que terminaba allí. Pero Don Rafael, que sin duda se encontraba cansado como sugirió en la sala, quiso, para sorpresa de la comitiva, no que le llevaran rápido a cenar o a su hotel, sino que le dejaran ver con más profundidad y en privado la Laboral. Y así se dirigió hacia la puerta gigante, tan grande como los arcos de su museo de Mérida, que da entrada al gran claustro. Una puerta que fue la primera vez que me parecía pequeña, o en todo caso adecuada a la dignidad de quien, ya de noche, la iba a cruzar, para incansable seguir estudiando?

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