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Arquitectura

Mariano Marín, arquitecto de otro tiempo

La distinguida obra de quien acaba de recibir el premio Castelao por su larga carrera

Mariano Marín recibe el premio de los arquitectos.

Mariano Marín acaba de recibir del Colegio de Arquitectos de Asturias el premio Castelao por su trayectoria. Conocemos mucho de él de manera inconsciente, de toda su familia, si paseamos Gijón buscando en sus fachadas, y conocemos mucho más si seguimos los textos del historiador Héctor Blanco, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA) o del arquitecto Joaquín Aranda, que dedicaron mucho tiempo a su saga.

Para mí, además del gran aprecio de su obra, representa también una época de arquitectos que nos queda lejos. Mariano Marín aparecía, a su bola, en alguna conferencia cuando yo acabé la carrera, y lo veía pasar con su coche deportivo y su melena sesentera, rondando los sesenta además, y yo me decía orgulloso "¡yo soy arquitecto como ese señor!". Por supuesto que yo no era como él, pero me quería contagiar de su dignidad y elegancia. Su perfil de bonvivant en el buen sentido, lo aquilataba Calzadilla el otro día (fue compañero suyo en Hacienda) en la entrega del premio, hablando de sus viajes en su yate por el Mediterráneo? Vamos igual que nosotros ahora. Don Mariano Marín, magnífico dibujante y pintor, condujo también, estando en Madrid, un programa en Radio Nacional, Músicas Impopulares, mostrando una faceta más y me recuerda a otro profesor mío Don Joaquín Arnau, de dinastía de arquitectos valencianos, que también condujo un programa de música clásica nacional. Tenemos que darles las gracias, por hacer que este gremio no se olvide de que ser Arquitecto, es ser sensible a la música, al lienzo, al arte, a todo aquello que llevamos dentro, y fíjense como está el patio y lo que voy a decir: ¡y no avergonzarse por ello! Cuando el Mariano Marín que felicitamos hoy aquí estaba becado en el MIT, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, en Estados Unidos, en la misma ciudad, en la Universidad de Harvard, el chair de arquitectura era José Luis Sert, no sé si se llegaron a conocer. No muchos arquitectos de la época tuvieron esa oportunidad de abrir sus miras.

Es curioso, porque al aceptar el premio en el Club de Regatas de Gijón, su primera obra, entre su agradecimiento se leía un pesar porque ya no reconocía su proyecto tras las distintas intervenciones posteriores que tuvo. Otra obra que hizo en el estudio de su padre nada más llegar de América, la gasolinera Mayfer (1959-1960) también desapareció, sin embargo fue portada del libro de Héctor Blanco sobre la arquitectura moderna en Gijón, y quizá Norman Foster la vio en sus visitas a nuestra tierra antes de proyectar la suya? Al final a los arquitectos nos engañan, las obras nuevas, especialmente las racionalistas, no reciben el mismo respeto que por ejemplo las obras modernistas de su abuelo, y vemos con tristeza como esfuerzos pasados se pierden y solo quedan las fotos estupendas de la época. Otra irreconocible hoy de este premiado Marín, preciosa entonces, hecha con José Díez Canteli, era el Club de Tenis de Gijón, pieza sencillamente magistral, basada en una estructura metálica ordenada como las que Mies enseñaba en Estados Unidos. Quizá nosotros mismos no sabemos cómo tratarnos, como tratar y respetar la obra de nuestros más cercanos compañeros predecesores.

Cuando su abuelo Mariano Marín Magallón, que había nacido en Barcelona, estaba haciendo arquitecturas tan bonitas como las del martillo de Capua, que se mantienen por su belleza ya que son un verdadero problema urbano, se estaba realizando muy cerca "la Iglesiona" con los planos del modernista Rubió i Bellver (abuelo de los Solà-Morales) y también por esa fecha Francesc Berenguer, amigo y colaborador de Gaudí, hacía el edificio de la Plaza del Parchís aquellos eran otros tiempos, y nadie se atrevería hoy a plantear la destrucción de estos puntos firmes de Gijón.

Menos suerte tuvo quizá con la época dura su padre Mariano Marín de la Viña, lo que no fue óbice para dejarnos edificios que marcaron nuestras ciudades como el de Conservas Ortiz en Candás que, entre los plátanos, es una parte inalienable de la villa entonces marinera y conservera.

Mariano Marín Rodriguez-Rivas, el ahora premiado, ganó hace años un concurso precisamente con Castelao para un edificio público en Bilbao, y también le une al que da nombre a su premio el haber sido ambos arquitectos de Hacienda.

Felicidades Don Mariano Marín, y gracias por su ejemplo.

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