Este Oviedo ilusiona. Los azules han completado una pretemporada que deja muy buenas sensaciones al aficionado, logrando victorias meritorias ante conjuntos de superior categoría, con fases de gran juego y una prometedora imagen de equipo bien plantado y sólido, que sabe perfectamente lo que quiere y al que no va a resultar nada sencillo ganar. Pero por mucho que los del siempre ponderado Sergio "institusión" Egea hayan agradado en sus choques de preparación, excepción hecha de Torrelavega, lo de verdad, lo único que importa, empieza dentro de una semana ante el Lugo, en un partido que es bastante más importante de lo que parece. Aparte de sumar tres puntos, comenzar la liga del regreso al fútbol profesional con una victoria supondría un arreón de confianza para los jugadores y, además, también valdría de impulso a una campaña de abonados que marcha sobre ruedas, con más de 15.000 socios a mediados de agosto. El objetivo de los 20.000 que lanzó como reto Arturo Elías está al alcance de la mano. Por cierto, bien haría el club en recapacitar y poner a la venta, también a través de internet, los carnets de simpatizantes para esos miles de oviedistas repartidos por el mundo que no pueden acudir con regularidad al estadio. Si tantos extranjeros nos echaron una mano cuando las cosas peor pintaban, no parece adecuado olvidarnos de ellos a las primeras de cambio. Y menos en una entidad que presume con justicia de globalidad. Si hubo usos inadecuados en la pasada temporada, tómense las medidas necesarias para que no se reproduzcan, pero sin la eliminación de un abono que para muchos tiene un altísimo valor simbólico.

En fin, aunque parece que fue ayer cuando celebrábamos el éxtasis de Cádiz, el Lugo espera ya a la vuelta de la esquina a un Oviedo que ha mantenido buena parte del bloque del ascenso y que ha sido reforzado por Del Pozo de atrás hacia adelante, con especial cuidado a la defensa, algo fundamental para competir con todas las garantías en una categoría tan dura como la Segunda. En el medio del campo aún queda por despejar la incógnita del inédito Edu Bedia, aunque su tarjeta de presentación es muy interesante, mientras que en el ataque habrá que confirmar las expectativas que ha generado el veterano Toché y, si es que se hace el pase, el estado físico de Koné, que llegaría al Tartiere desde El Sardinero recién salido de una operación de ligamento. Pero visto lo visto, tanto el pasado año como en esta pretemporada, hay motivos más que suficientes para el optimismo.

El Oviedo, tras doce añitos en el infierno, afronta esta campaña como un ascendido de categoría. Ya han desaparecido las urgencias, pero las exigencias siguen siendo las máximas. Por masa social -la mayor de Segunda- por historia y por plantilla. Los jugadores, lo mismo los veteranos que los nuevos, deben de tener esto muy presente. Ser conscientes dentro y fuera del campo del club al que representan. De que quien se ponga la camiseta azul está siempre obligado a aspirar a lo máximo, a darlo todo y más para conseguirlo. Si no se logran los resultados que nunca sea por falta de orgullo, valor y garra.