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Fondo Norte

Asturias en el permanente barullo de Piqué

Conflicto de día, en Oviedo, y de noche, en Gijón, la Federación cambia de escenario para evitar más líos

El mundo rojiblanco inicia la semana de luto por la muerte de Madriles, un clásico de Gijón desde hace muchos años, desde que llegó a la ciudad para jugar en el Sporting. Madriles fue un portero muy apreciado por los aficionados y por los clubes que contaron con sus servicios. Jugó también en el Oviedo porque en su época y en las posteriores el paso de uno a otro gran rival asturiano era algo natural, no como lo ven ahora algunos sectores cegaratos que llenan el éter de amenazas al jugador que da el salto de un club a otro. Madriles, como tantos otros, fue un gijonés ilustre que jugó en el Oviedo y en el Avilés. Fue un comerciante con visión de futuro. Fue portero de un Sporting más estimable de lo que pueda parecer el palmarés de aquellos años. Descanse en paz.

Lo que nadie esperaba ni al final ni al principio de semana era el barullo que se ha organizado alrededor de Gerard Piqué tras su paso por Asturias. Piqué de día, en Oviedo, Piqué de noche, en Gijón, el defensa internacional no para de ocupar espacios. Los silbidos que recibió en el Tartiere cada vez que tocaba el balón tuvieron continuidad en los insultos que le dedicaron algunos trasnochadores cuando era sacado de un conocido local gijonés camino de una furgoneta que, se supone, lo devolvió al hotel de Oviedo donde se alojó la selección.

Los pitidos han obligado a la Federación a llevar el próximo amistoso contra Inglaterra a Alicante porque el escenario que se había elegido es ahora mismo de alto riesgo: el Santiago Bernabéu. La Federación sabe que en ese campo los pitidos de Oviedo o los anteriores de León serían música celestial con lo que se va a encontrar el jugador, de quien se teme una renuncia a la selección, paso que en estos días tendría relevancia al margen de los aspectos deportivos.

Unas primeras versiones apuntaron a la "crisis Piqué" como motivo de la marcha a Alicante del amistoso de noviembre, aunque luego aparecieron ampliaciones: la mala relación Villar-Pérez, agravada por la negativa del presidente blanco a albergar la final de la Copa del Rey es la verdadera causa. O que nunca se dijo que el partido se iba a jugar en el Bernabéu, cuestión que se contradice con que la cadena de televisión que lo va a transmitir llevaba varias semanas avisada del escenario madrileño.

La estancia de Piqué en Asturias ha tenido, por lo que se va viendo, más trascedencia que la etapa de ayer de la Vuelta Ciclista a España. Siete puertos y porcentajes de vértigo en la última subida para que gane la etapa un escapado casi de salida y el liderato cambie por un segundo. Segundo arriba o segundo abajo, las diferencias que se esperaban se han diluido en la esperanza de los aficionados que ocuparon las cunetas y animaron a los esforzados de la ruta. La contrarreloj de mañana en Burgos se presenta como más crucial que todos los puertos asturianos, recorridos en dos días de tiempo envidiable.

España vuelve a jugar hoy, que es martes, aunque esto siga sin ser Bélgica, lo que será un alivio para Piqué porque no parece que en Macedonia estén muy preocupados por las opiniones políticas del defensa o sus ironías hacia el máximo rival, el Real Madrid, que sale en auxilio del jugador.

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