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Lamentos tardíos

El miedo y la falta de fuerzas cuando se está ya en la última semana de Vuelta da lugar a desconfiazas propias y también alguno a jugar inteligentemente sus bazas. Seguro que en la jornada de descanso hoy en Burgos algún campeón lamentará no haber utilizado más el último gramo de fuerzas para intentar descolgar antes a Dumoulin.

El holandés decidió ponerse casi a la par en cabeza en la subida final para atemorizar a los rivales. Y más cuando vio que el líder Aru se rezagaba.

Surtió efecto esa actuación del contrarrelojista porque cada uno de los adversarios vigilaba al otro y viendo que sufría en propias carnes los temibles puertos ya ascendidos.

En la historia siempre se recuerda cómo el Cid Campeador llegó a ganar una batalla después de muerto. Dumoulin, sin duda bien asesorado por su director, utilizó de alguna forma la misma táctica de ponerse prácticamente en cabeza y así destrozar moralmente a los rivales al lograr que fueran pasando la mayor parte de los 6,7 kilómetros sin gran riesgo para sus opciones de triunfo final y haciendo creer que iba muy fuerte.

Claro que también se encontró con un Purito Rodríguez que iba muy justo pero con la moral del triunfo en La Caballar, que levanta hasta los muertos. El veterano catalán sabe que en 2012 perdió en una etapa casi llana, después de ser el más fuerte el día anterior en Cuitu Negru, la Vuelta ante Contador. Un error muy grave. Y ahora también reconoce que Dumoulin les puede quitar la Vuelta en la contrarreloj de Burgos, así que ayer tenía como primer objetivo un ataque final para volver a ganar su segunda etapa y que luego le quiten lo bailado. Y le sacó buen rendimiento a su astucia de volver a sentirse líder aunque sea por pocas horas.

El problema será para otros que no supieron hacer bien los deberes, también porque las reservas están muy agotadas, y seguramente Dumoulin y también Majka puedan hacer mucho daño en el largo recorrido de mañana en Burgos. Entre los que sacaron matrícula de honor ayer figura también el modesto Omar Fraile, que un día sí y otro también está siempre escapado y puntuando en los puertos para ganarse la montaña. O la clase de Frank Schleck para volver a triunfar cuando se le tenía por muerto. Todo un lujo.

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