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Fondo Norte

Maldito rebote, maldita vaselina

Otro viaje que termina con derrota de última hora tras un muy estimable partido rojiblanco

Por segundo viaje consecutivo el Sporting termina perdiendo en los últimos minutos un partido que tenía empatado. Si en Madrid, ante el Atlético, la derrota llegó de un balonazo largo, un cabezazo de Godín que dejó solo a Griezmann, anoche en Balaídos la derrota llegó en un maldito rebote en Nolito. Un balón largo de Iago Aspas, que revolucionó a su equipo, hacia el internacional lo despejó con el pie Cuéllar con la desgracia de que diera en el cuerpo del internacional y se fuera dentro de la portería. Como en Madrid, en Vigo el Sporting no mereció la derrota. El equipo recuperó su tono y no se pareció en nada al que cayó en el Anfield del Piles ante el Levante.

El empate sabía a gloria, que dijo Luis Enrique de la goleada del Barcelona al Real Madrid. El Celta pareció superior al Sporting en el arranque del partido, hasta el gol de Orellana en otro balón a la espalda de un lateral. Pero a raíz de ahí los rojiblancos, con precipitaciones e imprecisiones, equilibraron el juego ante el Celta, que se defendió a base de muchas faltas. El reaparecido Dani Ndi dio muchas soluciones al equipo y Halilovic, en la banda derecha, y Jony, en la izquierda, crearon abundantes peligros, resueltos unos por el oficio de los celestes y otros por los ojos de linces arbitrales. A Isma López le anularon un gol por un fuera de juego de un hombro. El árbitro Latre dio por finalizada la primera parte cuando el Sporting iba a sacar desde la esquina.

Tras el descanso, el Sporting se fue a por el rival. Dominó sin remate, pero superó en juego al Celta, incapaz de crearle problemas a Cuéllar. Apareció Carlos Castro para aprovechar de forma magistral un error del portero local Sergio. El empate hacía justicia a lo realizado por ambos equipos. El Sporting pudo adelantarse a nueve minutos del fin: Juan Muñiz adelantó un balón a Carlos Castro que entró por la derecha para terminar la jugada con una vaselina que se fue alta y desviada. Maldita vaselina.

Dos minutos más tarde llegó el maldito rebote. Cuéllar tuvo que jugar con la derecha cuando el mundo sabe que es zurdo. La fortuna anoche vistió de celeste.

El partido, como estaba anunciado, comenzó con un ridículo planetario del consejo del Celta. Los claros en las gradas de Balaídos fueron abundantes. En ellos cabían centenares de seguidores del Sporting que optaron por quedarse en casa a la vista de las dificultades que el club gallego puso para el masivo desplazamiento, que fue abundante como quedó claro antes del partido y en el transcurso del mismo. Las bufandas celestes aparecían junto a las rojiblancas. Al comienzo de la segunda parte el club anunció la asistencia: dieciocho mil espectadores; había, pues, siete mil asientos vacíos, pues el aforo actual de un Balaídos en obras es de veinticinco mil. Muchos abonados faltaron, pero había sitio para muchos rojiblancos más. En fin, Mouriño y los suyos sabrán, pero el planchazo ha sido épico.

La derrota, una noche más, deja un poso amargo para este Sporting abelardiano que fuera de casa muestra un garbo inigualable. Los resultados de los rivales más directos fueron favorables: el empate en el duelo andaluz de La Rosaleda o la derrota de la UD Las Palmas. Un consuelo para olvidar lo más pronto posible el maldito rebote y la maldita vaselina previa.

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