La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fondo Norte

Una final europea cargada de símbolos

El Madrid se siente en casa en estos trances, mientras el Atlético reclama su derecho a levantar el trofeo

Dos años después, la final europea de Lisboa se repite en Milán, cuna de enormes equipos cargados de títulos continentales. La final madrileña se repite para que el Real Madrid engrandezca su enorme palmarés en la competición, diez títulos lo contemplan, o el Atlético de Madrid logre su primera copa, la que se le ha escapado entre los dedos en 1974, con aquel milagroso gol en el último minuto del Bayern Munich, y en 2014, con otro milagro, el cabezazo de Sergio Ramos en el minuto final, cabezazo que dio paso a una cruel prórroga en la que el Real Madrid se paseó.

Es una final sin pronóstico, como casi todas, en la que unos reclaman su solera continental, y los otros, su derecho a celebrar el tan ansiado título. Los dos equipos llegan parejos al partido de mañana. El Atlético se quedó sin Liga en la penúltima jornada, y el Real, en la última. En la Copa, los rojiblancos cayeron bien avanzada la competición, y los blancos, en la primera curva del camino, con aquel absurdo episodio de la alineación indebida de Cheryshev, que tan caro le pudo costar al ya olvidado Rafa Benítez.

El Atlético llega como si estuviera más de moda que el Real Madrid. Hasta altos cargos del Ministerio de Hacienda lo ponen como ejemplo de actitud profesional. La doctrina del cholismo impregna para bien la sociedad. La cultura del esfuerzo, la preocupación por el día a día, la modestia (real o fingida) y otra serie de virtudes son, sin ninguna duda, pautas de adecuado comportamiento. El partido a partido proclamado por el Cholo Simeone llega hasta las alturas gubernamentales.

Mientras, a Zidane no se le conoce un cuerpo de doctrina más allá de la elegancia, la modestia y el reconocimiento a las virtudes del contrario. Incluso la final sirve para abrir el debate sobre si está o no preparado para el evento dada su escasa experiencia en los banquillos. Que el francés lo sabe todo del fútbol nadie en su sano juicio lo podrá dudar. Un grande entre los grandes como futbolista, visitó los más preclaros vestuarios europeos en los que, sin duda, pudo impregnarse de lo mejor del fútbol.

El Real Madrid, que parece estar en casa en cada final, es, sin embargo, peculiar. Su estrella, Cristiano Ronaldo, aprovecha las vísperas para reclamar una renovación de contrato al club. Eso sí, adornada con su deseo, que suena muy bien a los oídos blancos, de retirarse vestido de blanco. No parece que sean los mejores días para plantear cuestiones contractuales, pero el club es así. Cómo será que el capitán, el hermano de René Ramos, Sergio, recorre platós y estudios para contar, por ejemplo, que en su juventud se puso delante de un toro de seiscientos kilos, que son muchos kilos, para dar rienda suelta a su afición taurina. Son cosas de un Real Madrid que hoy puede alcanzar la undécima Copa de Europa o llevarse la gran decepción.

No faltaría más que olvidarse en día tan señalado de las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: Esuperio, ¿es cierto que el Barcelona está desmontando del clan de Messi con las marchas de Mascherano y de Alves, íntimos del fenómeno argentino? ¿Qué hay detrás de las dos operaciones más allá del dichoso tope salarial? Atenta la compañía, que llegan curvas.

Compartir el artículo

stats