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Olímpico en Munich

Recuerdo del verano de 1972

Paralelismo con los Juegos de hace 44 años, celebrados en Múnich

Más de lo mismo. España ganó pero rozó la tragedia contra Nigeria. Pese a pequeños brotes verdes en el juego de los de Scariolo sigo sin ver esa reacción que todos esperamos. En cambio, se percibe un equipo de mandíbula frágil y moral quebradiza, que consigue tomar cierta ventaja sobre sus rivales, en el marcador, pero después no sabe conservarla ni sentenciar los partidos. La sensación es que cualquier oponente, no importa la posición que ocupe en el ranking FIBA, está capacitado para hacernos daño. Estamos ante un equipo nacional vulnerable.

Con todo, no puedo evitar acordarme de aquellos Juegos de Múnich de 1972. Los paralelismos son evidentes. La tensión terrorista está en el ambiente, Michael Phelps domina la piscina como hizo Mark Spitz y en baloncesto nos presentamos con el equipo más competitivo hasta la fecha. Mi hermano Brabender le dio una dimensión nueva al juego. Estaban los Luyk, Corbalán, Margall, Rullán, Santillana... Y acabamos en la posición número once. Un año después, eso sí, ganamos la plata al caer en la final contra Yugoslavia. Así que...

Volviendo a lo importante, España no se puede permitir más fallo. Es evidente. Los de Scariolo deben abandonar esa sensación de ser un combinado más para recuperar el estilo y las señas de identidad que les convirtieron en el mejor equipo del planeta, si consideramos a los americanos fuera de concurso. El ejemplo de Australia contra Estados Unidos es el camino a seguir. Garra, pundonor, orgullo y líderes valientes sobre el parqué. Solo el talento de Carmelo Anthony salvo el envite para los americanos.

No quiero ser pesimista. Toca ser realista. No tenemos segunda unidad. La gente del banquillo sale pensando cuanto tardará en volver a su asiento. No en morder. Y todo se contagia. Por eso, el bloque tiene que dar un paso al frente desde la valentía. Vienen Lituania y Argentina, dos lobos en esto del basket y, en el caso de los primeros, con ganas de revancha tras la final perdida el año pasado contra Gasol. Necesitamos esa mentalidad ganadora. Por cierto, aquella cita del 72 pasó a la historia por la canasta ganadora de Belov y el triunfo de la URSS sobre EE UU. Veremos si Río nos depara alguna sorpresa de este calibre.

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