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Atleta

Cabeza, corazón y piernas

Consideraciones sobre el maratón, el fin de fiesta de los Juegos Olímpicos

Fin de fiesta. Los Juegos Olímpicos llegan a la última jornada con el tradicional epílogo del maratón, la prueba mítica por excelencia del atletismo, alimentada a través de la historia por la epopeya de Filípides y popularizada y maximizada hoy en día gracias al boom del "running" en nuestro país. Es la prueba que todo el mundo quiere llegar a correr cuando empieza en esto. Yo no. Mucho respeto. Por ahora. Kilómetro 1: Me pondré metafórico, disculpen también si me repito. En realidad, todo atleta ha sufrido un maratón para llegar, en el caso que nos toca, a Río de Janeiro tal mes como éste. Un maratón de entrenamientos, de sufrimiento, de jornadas estajanovistas en las que el dolor es tu compañero inseparable. Han bregado con frío, han peleado con y contra sus emociones, han superado sus límites y han deseado, en algún momento, tirar la toalla. No lo han hecho. También han reído, disfrutado, mirado al futuro con ambición y ganas de sufrir aún mas. Kilómetro 9: No se engañen, la mayoría de nuestros atletas son mileuristas en el mejor de los casos, o como dice nuestro Carlos Alonso, "estudiantes que corren o atletas que estudian". Mi más profundo respeto hacia todos ellos, y a los que no están y han peleado en esa maratón tanto como los que han vestido la rojigualda estas semanas. Kilómetro 17: Si hay algo duro en este deporte es la perversa y más absoluta convivencia diaria con la lesión. no puedes hacer otra cosa que no sea acostumbrarte al dolor, compañero de algo más que de viaje y, por otra parte, inherente a su oficio. Va incluido en el contrato. Kilómetro 29: Maratón, me repito, más de 22.000 zancadas por el duro asfalto. No creo que las cuenten. Durante más de dos horas sus pensamientos sólo se concentran en el dorsal que llevan delante, en rozar el suelo lo menos posible con sus zapatillas, en avanzar, cada metro, cada yarda, cada milla. Aparcaron las zapatillas de clavos para esto, para no contar giros al tartán, aquí no hay campana que indique tu última vuelta. Cabeza, corazón y piernas. Fuerza y fe. Sabedor de que quizá no luchemos por las medallas, como en otras épocas, adoro el atletismo y me encantan nuestros atletas. Kilómetro 35: El "Muro". Citius, Altius, Fortius, me faltan adjetivos. Más allá de preseas y coronas, confíen en nuestros atletas, merecen la pena. Kilómetro 42,195: Meta. Disfruten.

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