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Fondo Norte

La noche de los tres renacidos

El Sporting, Carmona y Douglas se reencuentran con el éxito y anuncian mejores tiempos

La noche era crucial para un Sporting que no ganaba desde el ya lejano 11 de septiembre. La noche resultó triunfal para el equipo rojiblanco y para dos de sus jugadores: Carmona, autor de dos goles, entregado siempre y "cristianizado" en los gestos tras marcar el primer gol (los típicos del portugués de "yo hablo aquí", señalando para el campo), fue el gran triunfador de la noche. Tras él, Douglas, que completó su mejor actuación desde que viste de rojiblanco, que marcó un gol y que demostró que no es un jugador de broma, al revés de lo que algunos pretendieron vender por las esquinas. Carmona y Douglas completaron una banda derecha, que, feliz frase del inolvidable Rovi, dará tardes de alborozo a la afición sportinguista. La noche de los tres renacidos vino por la derecha, aunque por la izquierda hubo también felices apariciones. El Sporting, damas y caballeros, señoras y señores diputados, a la espera de lo que haga hoy el Deportivo de La Coruña ante la Real Sociedad y sin tener en cuenta lo que anoche hizo el Valencia ante el Málaga, ha salido del descenso, primer gran objetivo del partido de anoche: ganar y salir del descenso. Ganar, ganar y volver a ganar, que pedía Luis Aragonés a los suyos. Pues eso.

El gran timonel se dejó de experimentos con champán y se fue a los cinco defensas, los cuatro medios y un delantero, con relevo en la portería tras las ausencias por las molestias musculares. El Sporting no hizo un partido primoroso, pero se vio enseguida que no iba a pasar apuros y que no iba a encajar gol en los cinco primeros minutos. Los jugadores salieron con muchos nervios y sus ataques del primer tranco del partido se basaron en balones largos lanzados por Amorebieta desde la banda zurda, que se la dejaba Isma López, más extremo que defensa a la vista de la escasa presencia de Osasuna en ataque. En un centro del defensa vasco al corazón del área, Carmona se adelantó a un defensa rival y cruzó el balón pegado al palo izquierdo de Nauzet. La ventaja hacía justicia a lo visto en el campo.

El equipo rojiblanco se calmó y en la segunda parte se aprovechó de los huecos de los navarros, que salieron en busca del empate. Sucedió que en dos contragolpes llegaron los otros dos goles. El segundo, de un Douglas que había tenido detalles de jugador caro y a quien no le tembló el pulso en el remate. El tercero, en una salida de Isma López, que dejó el balón a Carmona para que hiciera la picada de su vida. El gol navarro fue una simple anécdota o una prueba de que este Sporting no es capaz de irse con la portería a cero.

El Sporting, catapultado por la banda derecha, ha renacido y ha reabierto la puerta a la esperanza, que ya movió en el Bernabeu. La ocupación del campo es crucial, al margen de errores individuales de jugadores. Defiende mejor y ataca con mayor solvencia con la llegada de unidades de la segunda línea. La mala racha ha quedado atrás y ahora lo que le queda al equipo es seguir remando. Buenas costumbres, con alegría; si pregunto, ¿molesto?: ¿qué piensa Esuperio del entradón de anoche en El Molinón? Próxima parada, Capuchinos.

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