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Fondo Norte

Un partido con ratos sosos y aburridos

Los internacionales españoles, con la excepción de Silva, guardaron sus piernas para lo que viene

Pasados los fastos del partido de España en Gijón, superadas las supuestas tensiones que, como era de esperar, se quedaron en casi nada, la selección descansa en Madrid, capital del Reino, donde quien más quien menos tiene amistades o familiares o dispone de aviones privados que trasladen a cada uno a su domicilio. El encierro en un hotel gijonés durante más de dos días se ha salvado gracias a las peticiones de los futbolistas ante un seleccionador, Lopetegui, que no anduvo muy despierto en el asunto de intendencia futbolera.

Las crónicas ponen a la selección poco menos que por las nubes, sin detenerse en los ratos de aburrimiento y sosería, rotos por el buen humor de las gradas, que realizaron sin duda la mayor ola de la historia. La ola dio muchas veces la vuelta a un Molinón que disfrutó de la noche porque albergó a unos aficionados comprensivos con el equipo nacional, caballerosos en el trato al rival y comprensivos con las reservas que se tomaron bastantes futbolistas patrios que saben que llegan las jornadas más importantes del presente ejercicio futbolístico. El cuidado de las piernas es comprensible, como comprensible es que haya sido David Silva el más activo. El pescado de su equipo, el City de Pep Guardiola, está vendido. Sin opciones en la Premier y sin opciones en la Liga de Campeones, el canario aprovechó la noche para dar un recital. Y menudo recital.

Hubo, damas y caballeros, señoras y señores diputados, un gesto sorprendente que pasó desapercibido, pero sobre el que hay que volver: cuando Thiago fue sustituido, según se iba acercando a la banda para consumar el relevo, pasó al lado de Jordi Alba, quien le apartó la cara y frustró un posible saludo de despedida. A lo mejor no tiene mayor importancia ni se debe a razones ocultas, pero la imagen que dio Jordi Alba es que sus relaciones con su excompañero no son las mejores. A saber lo que se esconde en cada vestuario, incluido el de la selección.

Fuera del puro aspecto futbolístico, quedó claro que nadie le va a quitar a Gijón la condición de ciudad acogedora y abierta que recibe a los visitantes con sencillez y naturalidad. Pasó antes del partido y pasó durante el partido, donde el equipo de Israel y sus seguidores, que se dejaron ver en varias zonas del campo, no pasaron por ningún problema.

España se prepara ahora para el partido amistoso de pasado mañana, martes, en París, ante una Francia con bastante mayor poderío futbolístico que Israel. El partido es amistoso, pero es de los que merecen la atención continental y provocan, según su desarrollo y final, ascensos o descensos en las valoraciones, sean individuales o colectivas. Dos grandes se van a ver las caras en un paso más en la preparación para los compromisos oficiales que se dejan ver en el horizonte. Un partido muy distinto al jugado el viernes en El Molinón, un campo muy propicio a los intereses patrios.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿sabe Esuperio en qué establecimiento gijonés cenó la delegación oficial de Israel y cuál fue el menú elegido para la cita? ¿Sabe cuáles son los productos que no consumen? Próxima parada, Capuchinos.

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