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El necesario plan B

Burgui tiene apodo con denominación de origen y es el pie salvador de Rubi en la reacción rojiblanca

Como ya conocen los paseantes del Muro y arenal de San Lorenzo -con canas o calvas bronceadas en mil paseos- el Sporting del siglo pasado tenía un plan A y un plan B. El A (¡Ahora, Quini, ahora!) era el camino del gol, el triunfo ante los grandes. El B de entonces era la sustitución en el banquillo cuando el foráneo no estaba a la altura del reto. Ahí estaba siempre dispuesta la alternativa local: Barrio, Novoa, Ciriaco, García Cuervo, etc., siempre gente de la casa para sacar las castañas del fuego de una temporada que se torcía con alguna frecuencia.

El plan B del Sporting hoy tiene apodo con denominación de origen: Burgui, siempre el extremeño cedido por D. Florentino (a quién Dios guarde en su bendito palco). El extremo izquierdo (que dio su primer triunfo a Zidane en el Castilla) es el pie salvador de Rubi en la reacción rojiblanca al borde del precipicio. B de Burgui, ese es el plan conocido, no se vislumbra otro. Colgar balones a Traoré es una alternativa demasiado previsible y más cuando no tiene el pívot a otro compañero a dos metros para aprovechar las tan manoseadas "segundas jugadas". Si la primera falla, no hay opción a una segunda oportunidad. Es un bagaje escaso, pero es lo que hay. Así que los rojiblancos el domingo en el Sánchez Pizjuán tienen que jugar a lo sabido: balones a Jorge Franco "Burgui" y que él se apañe por sí solo o en compañía de otros.

Sería faltar a la verdad no reconocer que Rubi, con los mimbres a su disposición, ha conseguido algunas mejoras, sobre todo con la incorporación de Vesga (otro cedido prometedor) y la nueva posición de un Sergio que vuelve a evolucionar favorablemente. Al joven vasco conviene recordarle que ya agotó, para una temporada, los penaltis en contra.

Pero el míster catalán debería obtener nuevas vías de penetración por tierra, mar y aire en las defensas rivales. No siempre se encontrará enfrente a rivales con una "pájara" monumental como la del Granada en El Molinón. El cesto de las facilidades ya está repleto, con la visita de los andaluces y con la victoria en Butarque, donde los "pepineros" ,en defensa, contribuyeron lo suyo. Este domingo a las 12h horario del paseo por The Wall of Gijón (english versión para espectadores internacionales), toca mantener la esperanza en un abril de aguas mil y siete victorias o al menos cero derrotas, siempre en lenguaje optimista -el que maneja la Mareona- inaccesible al desaliento.

Por cierto hay muchos y buenos casos de planes que empezaron como categoría B y llegaron al primer lugar -por ejemplo en los banquillos-; ahí dejamos algunos ejemplos: Lopetegui -que no era el señalado por los sabios mediáticos- pasó de la sub-21 (selección B) a dirigir la plantilla más roja -la titular- cautivando en París y gustando en Gijón. Nuestro Juan Ramón López Muñiz, que está a punto de devolver al Levante a Primera (de donde descendió con Rubí, aunque hizo un buen final) y en las oficinas valencianas confían en su renovación. Muñiz aprendió con Juan de Ramos y salió alumno aventajado. Como Luis Enrique del Barça B al Camp Nou, con breves estancias en Roma y Vigo. Pep Guardiola del Mini Estadi al estrellato internacional. ¿Repetirá la historia el equipo azulgrana con Unzué? Aunque el portero también ejerció en el sitio de Numancia, es ahora cuando de segundo puede pasar a primero. Alejandro Menéndez (perla de los banquillos de Mareo) en el filial del Celta, luchando por el ascenso desde la B a Segunda; o José Alberto liderando la Tercera con el filial rojiblanco. Hasta el Zaragoza de los mil entrenadores se dejará guiar en los próximos y decisivos encuentros por un entrenador de casa, César Láinez, que esperó su oportunidad en el Deportivo Aragón. El Sporting siempre necesitará un plan B. Un maestro como Jesús Barrio.

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