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De cabeza

Maneras de vivir

A los empates sólo los transforman las circunstancias, y de circunstancias el oviedismo sabe un montón

Lo del Tartiere va camino de ser un estilo de vida. Acostumbrarse a una rutina conlleva su indefensión. Aunque parezca escaso todo lo que no sean tres puntos, el Oviedo consiguió contra el Huesca un resultado de esos que refuerzan la moral. Los penaltis los falla quien los tira y el equipo estaba con uno menos, pero como el hábito no hace al monje, la grada no paró de animar convencida de que la voz que clama en el desierto será escuchada.

Nos adentramos en un periodo de palabras definitivas y expresiones contundentes. Nos adentramos en un periodo donde urge más que en ningún otro momento ganar el prepartido y el postpartido. Yo sigo a lo mío, con mis comprobaciones científicas, con mi trabajo de campo. Mis anotaciones revelan, como dije antes, un estilo de vida que defender. Apretar los dientes y empujar, empujar... Pongo la oreja y no distingo a nadie, salvo a algún remilgado estilista (entre los que me encuentro), que se queje del juego. Es el campeonato del gato panza arriba. Y en parte no le falta razón a la mayoría: el estilo y el afán de agradar casi nunca tienen buen acomodo en el presente. Casi siempre se dejan para más tarde. La consigna era: arbitraje y Samu Sáiz. Aunque no se debería olvidar al míster Anquela: algo tendrá, pues repite allá donde va el milagro de los panes y los peces. Sáiz, por su parte, es un jugador con mucha calidad y mucha incidencia. Si fuera más discreto sería ideal. Se le nota que es el jefe de personal y ya sabemos que todo jefe de personal aspira a mejorar, a que se le reconozca tanto desgañite, a cambiar, si pudiera ser, de empresa.

Un empate es un empate. Perdonen la obviedad. A los empates sólo los transforman las circunstancias, y de circunstancias, el oviedismo, sabe un montón. El uno a uno del pasado viernes es un mal menor o un buen resultado.

El próximo sábado estamos invitados a una fiesta: si el Levante nos gana, ya será un equipo de Primera. Mira que es puñetero el azar o el maldito calendario. Cuando el campeonato enfila su tramo final, nos da la impresión de que ya todo estaba organizado de antemano. Nos olvidamos de que son los equipos quienes endurecen o suavizan las jornadas.

Me pongo a soñar (que es lo que hago entre tarea y tarea) y veo al Oviedo dando un centenariazo, un maracanazo. Modesto pero sonoro. Ser por una vez un aguafiestas feliz y no amargado. Voy a revolver la moral y calentar el prepartido: vamos, muchachada, que no se rían de vosotros, que no se limiten a dar una palmada en la espalda como gesto de agradecimiento. Vamos, que ya dan el partido por ganado. Total, si son de lo peor fuera de casa...

Mientras, de aquí al sábado, tararearé una y otra vez los versos de Leño y el bueno de Rosendo: "No pienses que estoy muy triste / si no me ves sonreír. / es simplemente despiste. / Maneras de vivir."

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