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La magia de otro gol en Anduva, 38 años después

La plantilla azul tiene ante sí el reto de provocar emociones en primera persona en este final de temporada

Un gol en Anduva devuelve las esperanzas de ascenso al Real Oviedo. No es la primera vez. El campo del Mirandés es talismán para el equipo azul desde que Atilano, jugador del Langreo, marcó en el descuento del último partido de la temporada 1978-79 un gol que catapultó a la afición carbayona, siempre sufrida, a una de las alegrías que marcan época. Corría la, por entonces, primera temporada del Real Oviedo en Segunda B, demasiado castigo para un equipo que hasta entonces sólo había transitado por Primera o Segunda, y la parroquia ovetense ya abandonaba las gradas del viejo Tartiere con la sensación de que otra temporada será? El Palencia y el Mirandés se habían colado por delante y hecho inútil la victoria por la mínima frente al Pegaso con gol de Herbera.

De repente los aficionados que llevaban transistor dan el notición. Gol del Langreo al Mirandés en el descuento. Gol de Atilano. Y la afición del Tartiere da la vuelta de inmediato para celebrar con los jugadores que, a medio duchar, acaban de volver el césped del Tartiere. Padres y críos se abrazan en la primera de las grandes alegrías que da el Real Oviedo tras una temporada en la que había despuntado en la delantera un chaval de la cantera, Parajón, que va para figura.

Treinta y ocho años después, la épica, ciertamente, fue mucho menor. El Mirandés aplaza su descenso a Segunda B con un gol en propia puerta, en el descuento, de Babin, jugador del Valladolid. La respiración asistida para los de Anduva se convierte en un chute de adrenalina para una afición que apenas trece horas antes abandonaba el Tartiere pensando que otra temporada será? Ahora llega el momento del equipo azul, de batirse el cobre como hicieron en Tenerife y de acorralar al Zaragoza como hicieron en un partido en el que sobraron ocasiones y faltó gol. Llega la hora de provocar emociones en primera persona, con el efecto Atilano en la memoria. El próximo rival, el Córdoba, también se juega la vida y no conviene olvidar que ya dio un disgusto en la primera vuelta cuando un solo jugador, el veterano Juli, trajo en jaque a toda la defensa azul. No queda otra que poner más y mejor que el contrario porque el sentimiento de críos, padres y abuelos latirá hasta el último minuto de la temporada a la espera de un abrazo de esos que no se olvidan con el paso del tiempo. La recompensa no es poca: quedar en la memoria de toda una afición.

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