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Pablo González

Una búsqueda sin ADN

Herrera insiste en que trata de encontrar el buen camino, pero olvidándose de los canteranos

Cuando las cosas no salen según lo previsto, y más cuando se cae en el repetido ritual de vender una y otra vez curas radicalmente diferentes para el mismo mal, pasa que la moral del grupo se hunde.

El tema se complica cuando la memoria resiste unos meses. Casi el mismo tiempo que separa la imagen del equipo de los guajes siendo elevados a categoría de ignífugos dioses grecorromanos, de la del equipo que acabó travistiéndose en una banda de pistoleros a los que le vino grande la misión de salvar el fuerte cuando entendieron que ni había fuerte ni oro que proteger o saquear. Fue un harakiri permitido por todos: planta noble y técnicos (amigos y enemigos). Y ya se sabe lo que pasó. Cuando la misión es cara, la paga el pobre. Y el resto, a casa, a Huesca, a Albacete o a los juzgados de Poniente. Resultado final, otra vez a Segunda.

Y ya avanza la nueva temporada. Tocan prietas las filas y ensamblar los nuevos elementos a los viejos, que son cuatro y no por frase hecha: Canella, Sergio, Carlos Castro y Pablo Pérez. Aire arriba prestado, quilates "de millón y pico" abajo. A pesar de todo a la puerta pica alguien. Dani Martín, a la primera, ha quemado el timbre. Pero detrás del portón del garaje de El Molinón aguantan duro. A ver a quién sienta a Mariño ahora. Las estadísticas NBA aplicadas al fútbol, y que tiempo atrás se tomaban a risa porque se decía que no tenían en cuenta el bote del balón en un mal campo ("deja de hacer crucigramas", le espetaron a más de uno que hacía muescas en un papel) ahora valen lo mismo que la palabra de profeta. La estrella nacida en la Copa a pesar de la derrota ante el Numancia tendrá que esperar, tener cabeza y no acabar parando balones medicinales en la potente liga de Irán.

¿Y qué pasa en el puente de mando? Parece claro que el recupero y doy, doy y recupero -eso que hace indispensable a Casemiro y a Busquets en sus equipos- es de Sergio. ¿Y qué hay del recibo, miro y la pongo cerca del área? El Sporting sigue buscando masa gris para alimentar a los de arriba. Scepovic, que también debe saber que hay fútbol más allá de sus espaldas, añora balones.

Los recién llegados, de momento, optan al título pero no cumplen. Y Nacho Méndez, del que dicen que puede tener la brújula hacia la tierra prometida, como el que tiene la fórmula para bloquear la portería, ha sido invitado a regresar al barro. "Que chillen lo que quieran. Va a jugar siempre", dicen que dijo un ya mítico entrenador, que lo fue en ambas orillas, desconocedor de tuits, muros y likes, sobre Joaquín Alonso, 479 partidos con el Sporting en Primera.

"Que lo ponga tres, solo tres, pero seguidos", claman sus defensores. Pero de momento no hay manera de contentarlos. La tabula rasa tras el descenso lo ha dejado todo -dando por bueno que ya no hay deudas- en manos de la pareja Torrecilla-Herrera. Mientras el primero aspira a echar raíces en Gijón, a Herrera le toca marcarse metas más cortas: encontrar ese camino para ganar proponiendo algo del que tanto habla. Pero en la búsqueda de esa senda parece que no hay sitio para nuevo ADN de Mareo. De momento la apuesta por la cantera se queda para dar algo de color a entrevistas y ruedas de prensa. Triste historia repetida.

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