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Woody Allen es oviedista

Lo mejor para que el Oviedo no te acabe amargando la semana es tomárselo con humor. La pasada temporada, cada salida del equipo suponía que perdiera años de vida y he aprendido a desdramatizar. Ahora, en vez de desesperarme cuando el Oviedo no es capaz de dar dos pases seguidos, sonrío y me digo para mis adentros que, en fin, tampoco es para tanto y así es esta categoría. Una angustia azul dulce y reservada. Creo que en cierto modo Anquela también hace algo parecido; la sonrisa que mostró el domingo en el Mini Estadi tras el enésimo despeje de Juan Carlos al limbo es el mejor ejemplo de esta desdramatización. Hay que ponerle ironía al asunto y hacerle caso a Woody Allen, que ya lo dijo en Broadway Danny Rose: "Es importante pasarlo bien, pero también hay que sufrir un poco, porque, de lo contrario, no captas el sentido de la vida". La visión de Allen no es la de cualquiera, seguro que el neoyorkino es oviedista aunque sea por apego a la ciudad. Por tanto, aunque haya sufrido ya bastante, la afición azul debe aplicarse la máxima y esperar a que vengan los buenos tiempos mientras torea como puede los desastres del camino.

Además de aprender a desdramatizar, el inicio de esta temporada también me ha servido para avalar una teoría futbolística ancestral. Y es que cuanto más pongas a caldo a un futbolista, más se va empeñar en cerrarte la boca. Me pasó con Rocha el día del Reus y con Carlos Hernández el domingo. Estuve metiéndome con el central la primera parte y nada más empezar la segunda enganchó un soberbio cabezazo que nos dio un punto; no puede ser casualidad. Ojo, no estoy animando a los oviedistas a que pongan a parir a los jugadores. Solo digo que en el fútbol pasan cosas raras y quizá por eso nos guste tanto.

Y como la Segunda no para hoy llega el Tenerife. Estoy especialmente ilusionado con este partido, ya que puede suponer el debut en casa de Mariga. El keniano, en una de sus primeras apariciones en pretemporada, chocó con un rival y lo desplazó tres metros. En su debut en Liga, se rompió en la primera jugada en la que participó y aun así estuvo a punto de decidir el partido en un dribbling meteórico. No hay duda, está llamado a excitar al Tartiere.

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