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La maldición de El Requexón

La necesidad de contar con más jugadores de la cantera

¿Alguien creía en serio que el Oviedo volvería de Valladolid con tres puntos? Hubiese sido demasiado perfecto. No es que falte ambición. Al margen de lo igualado de esta categoría, el Oviedo lleva toda la temporada subido a una montaña rusa, bajándose únicamente cuando a Berjón o a Ñíguez les da por sacar a pasear su talento por el campo. Por tanto, ganar tres partidos seguidos, encima siendo los dos últimos lejos del Tartiere, se tornaba casi imposible. Tampoco conviene emocionarse demasiado porque todos conocemos la bipolaridad del aficionado azul, que un día se ve en descenso y al siguiente de fiesta en La Gabinona, así que perder no es ningún drama porque el Oviedo dio la cara y quizá eso sirva para mantener a sus seguidores con los pies en el suelo. El amigo oviedista más sufridor que tengo dice que "en el fútbol ganar está sobrevalorado". Pues eso, el que quiera victorias y tranquilidad que ponga en la televisión al Barcelona o al Madrid; el Oviedo (menos mal) es otra cosa.

Entrando en materia, lo más preocupante son las cosas absurdas que hace este equipo. Más allá de los errores inexplicables de Juan Carlos, que en el siguiente partido tiene un examen muy serio en el Tartiere (si Anquela lo mantiene), ¿por qué el equipo hace tantas faltas estúpidas? Me gustan los equipos rocosos, agresivos, combativos y guerreros. Pero alguno lleva eso al extremo. El mejor ejemplo fue la falta que hizo Forlín (que estaba haciendo un gran partido) y precedió al segundo gol de Valladolid. El viaje que Forlín le dio al jugador pucelano se hubiese quedado en un gracioso homenaje a Verdés si no hubiese costado un gol evitable. También jugó muy mal Berjón, al que muchos le achacan pasotismo y desgana. Hay que exigirle más, pero lo cierto es que los aires de Berjón son también los que le convierten en un jugador diferencial en la categoría. Tiene un aura de futbolista especial, también en la gestualidad que desespera a algunos. Yo lo quiero así, y más le vale al Oviedo que Berjón tenga ganas de jugar.

Las maldiciones son las otras piedras con las que tiene que lidiar el Oviedo este año. Primero fue la plaga de lesiones que asoló al equipo y le hizo quedar en cuadro muchos partidos. Pero lo cierto es que también hay otra maldición que a mí me tiene en vilo: la de El Requexón. Se lleva demandando mucho tiempo jugadores de la casa que den ese plus de garra necesario al equipo. Esta temporada, con un entrenador a priori valiente, parecía que El Requexón iba tener mucho que decir. Pues bien, Viti y Cortina, que demostraron poder tener sitio en pretemporada, llevan lesionados más de dos meses, recaídas incluidas, y todavía no sabemos ni qué tienen. Cuando este contratiempo se supere quizá de verdad podamos aspirar a algo más. Hasta ese momento queda sufrir. Por lo menos Steven dejó momentos de confianza. Siete minutos. A ver si son suficientes para acabar con la maldición de El Requexón.

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