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Dos en la carrera / Kilómetro 19

Zancadas de victoria para los dos equipos asturianos

Un Oviedo convincente sostiene un ritmo impresionante, mientras el Sporting da señales de iniciar la reacción

Cerca ya de la mitad de la carrera los corredores asturianos coinciden al fin en alegrar el ojo a sus seguidores. El Oviedo, impresionante de ritmo, fortalece su posición en los puestos de cabeza y emite señales cada vez más convincentes. El Sporting, por su parte, reacciona de la sensación de impotencia que le paralizaba y deja de mirar al suelo para levantar la vista hacia los que le han distanciado mientras vuelve al fin a la zancada digna de tal nombre.

BARAJA, UN BUEN DESPEGUE

El cambio de entrenador deparó al Sporting la victoria que buscaba desde hacía nueve partidos. Pronto se sabrá si el 3-0 ante el Tenerife se queda en cumplimiento de una tradición o es el inicio de un cambio de rumbo. Lo cierto es que, después de muchas jornadas de decepciones y desasosiego, El Molinón vivió una noche más bien plácida mientras asistía al despegue feliz de Rubén Baraja como nuevo piloto rojiblanco.

Para empezar, carambolas . Los hados se preocuparon de dejar claro muy pronto que esta vez estaban con el Sporting y echaron una mano para que en el minuto 5 la jugada que iniciaron de forma excelente Carmona y Nacho Méndez en la zona izquierda del área chicharrera terminara de la mejor manera posible para los locales. El rebote del centro de Méndez en el pie de un defensa tinerfeño cambió la trayectoria del balón para convertirse en un pase perfecto a Santos, que estaba a boca de puerta. Pero su remate cercano fue al poste y, para que acabara en la red, fue preciso que -segunda carambola- saliera dirigido hacia la rodilla del portero y, tras dar en ella, se encaminara al interior de la portería. Para el Sporting, tan necesitado de confianza, fue una forma inmejorable de comenzar el partido. Pero nada más. No hacía falta mucha memoria para recordar que ante el Valladolid los rojiblancos marcaron en el minuto 4 y luego se les torcieron las cosas.

El acierto de Carmona. A que no volviera a ocurrir contribuyeron varios factores. Uno de ellos, que la reacción del Tenerife fue poco consistente y en cierto modo se consumió en una buena jugada del lateral Camille por la izquierda a cuyo centro corto correspondió Longo con un buen remate de tacón, hábil pero flojo, que acertó a neutralizar Mariño. Otro, que el Sporting, aunque con vacilaciones, no perdió el sitio. Y, en fin, que Carmona, que ya había sido determinante en la jugada del 1-0, tiró de repertorio para erigirse por momentos en un hombre clave para su equipo. Primero dejó a Isma López solo ante el portero con un gran pase, tras el que el navarro se ofuscó y no acertó a ver puerta. Y luego fue el propio Carmona quien puso una finalización perfecta a una muy buena combinación de Nacho Méndez, Canella y Santos al colocar con la izquierda, con tanta intención como precisión, un tiro bombeado que superó la posición adelantada de Carlos. Con dos goles de ventaja el Sporting se vio nadando en una abundancia como ya casi no recordaba, después de tantas jornadas sin ganar.

Nacho Méndez, esperanzador. En la adquisición y la gestión de esa ventaja tuvo bastante que ver Nacho Méndez, cuya actuación fue, desde la perspectiva sportinguista, uno de los principales atractivos del partido. Al luanquín le costó algunos minutos encontrar el sitio, a lo que pudo contribuir una temprana amonestación, pero, en cuanto se asentó, dejó ver que es precisamente un tipo de jugador que desde el comienzo de la temporada se echaba muy en falta en el centro del campo del Sporting; esto es, con sentido de la colocación para dejarse ver y con capacidad para dar ese pase de calidad que abre caminos. Por lo que se le vio el domingo Nacho Méndez tiene criterio para elegir y temple para ejecutar. Fue tan significativo como elogiable que Bergantiños, cuya brega dio estabilidad a la zona ancha del Sporting, le cediera en no pocas ocasiones la iniciativa para dar salida al balón.

Mucho por hacer. La victoria supuso, sin duda, un desahogo para el Sporting, pero para que signifique algo más el equipo deberá mejorar mucho y ése es el reto del nuevo entrenador. El partido de los rojiblancos no fue precisamente redondo. El Tenerife pudo complicarles las cosas si el árbitro, a indicación del juez de línea, no hubiera anulado un gol de Casadesús por fuera de juego de Longo, cuyo amago de remate pudo distraer, o no, a Mariño. Antes y después de esa jugada el Sporting tuvo varias oportunidades para marcar, de las que fructificó sólo una, en la que colaboraron brillantemente Rubén García y Moi Gómez, dos de los antaño titulares indiscutibles que ahora calientan banquillo porque con ellos -y no sólo con ellos, claro- el equipo había entrado en una deriva desastrosa. Baraja, que ha impuesto un nuevo sistema de juego, con cuatro defensas, cuatro centrocampistas y dos puntas y ha recuperado a Scepovic para la titularidad, tiene ante sí la tarea de demostrar que la plantilla del Sporting, con refuerzos del "mercado de invierno" o sin ellos, era tan buena como se suponía antes de que comenzara la temporada.

el oviedo se supera

Decididamente, el Oviedo se ha convertido en un equipo fiable. Las cuatro victorias consecutivas que lleva sumadas son la consecuencia de su solidez y capacidad competitiva, a despecho de los imprevistos que puedan surgirle. La confianza que transmite surge de la moral que se percibe en un grupo que ha cambiado el conformismo por la ambición. Hace tiempo que el equipo azul sabe a lo que juega. Por ahí empezó su crecimiento. Ahora está a punto de entrar, si no lo ha hecho ya, en otra fase, la de marcarse objetivos cada vez más ambiciosos.

Con diez, mejor. Una de las frases legendarias del fútbol español es aquella, atribuida a Helenio Herrera, de que con diez se juega mejor. El Oviedo la hizo buena durante hora y cuarto el domingo al mediodía en la Ciudad Deportiva del Sevilla, un escenario desangelado y barrido por el vendaval. La expulsión de Yeboah, por perder la paciencia ante Matos y tratar de poner fin a sus agarrones con un golpe de antebrazo -no llegó a codazo- fue, según la jurisprudencia que manejan los árbitros, un caso de libro, y Valdés Aller aplicó el máximo rigor. Pero con toda probabilidad lo que le empujó a hacerlo fue no sólo la acción de Yeboah, sino la respuesta desmedida del supuesto agredido, que cayó de modo fulminante y luego rodó por el suelo como si lo hubiera derribado un tornado. Que ese tipo de reacción desmesurada sea lo habitual en casos semejantes no debería impedir pensar que se trata de un fraude, pues busca engañar a un juez para que aplique un castigo. El agresor se marcha entonces para el vestuario mientras el agredido, en vez de ser evacuado al hospital más próximo, se levanta tan fresco. Y el famoso "fair play" queda burlado y escarnecido. Pero así son las cosas. Y, como son así y van a seguir siéndolo, lo que hizo Yeboah fue incurrir en una imprudencia que pudo causar un serio perjuicio a su equipo, pues le dejaba con un hombre menos con hora y cuarto de partido por delante. Lo mejor que se puede decir del Oviedo es que ni se inmutó. Reordenó las líneas, aunque las mantuvo siempre muy juntas, y cedió terreno, pero sin renunciar al contragolpe, fiado siempre al buen ojo y mejor pie de Berjón. Ni entregó el partido ni, mucho menos, renunció a la victoria, para la que le llegaría su oportunidad.

Un equipo sólido. El filial del Sevilla tiene jugadores con buena técnica y recursos. Manejan bien el balón y lo hacen circular con precisión. Pero les falta remate. Por eso les cuesta tanto ganar. De hecho, todavía no lo han hecho en casa en lo que va de temporada. Para un equipo de esas características el Oviedo actual no es precisamente el rival más deseable, porque cierra muy bien el entorno de su portería. El Sevilla Atlético llevó una y otra vez el balón a la banda para centrar desde allí. Pero sólo en una ocasión uno de esos centros encontró la culminación de un remate. Fue en el minuto 33, cuando Pozo, desde el segundo palo, llegó a un centro pasado procedente de la banda izquierda y cabeceó con intención hacia abajo para que Alfonso respondiera con eficacia, tapando el hueco. Todos los demás centros sevillistas, que fueron muchos, encontrarían una respuesta implacable, ya fuera por alto o por bajo de una defensa azul que se vio arropada siempre por el resto del equipo. El Sevilla Atlético no logró rematar desde cerca, pero tampoco encontró facilidades para hacerlo desde lejos.

Y con llegada suficiente. Si el Oviedo supo defenderse, no le faltaron recursos para atacar. No fueron ciertamente muchos, pero resultaron suficientes. De hecho, creó más peligro verdadero que el Sevilla. Berjón puso a prueba a Soriano con el astuto saque de una falta muy lejana. Fue el anticipo de lo que haría Rocha, ya sin respuesta posible del portero, en el minuto 37, cuando ejecutó de forma fantástica desde unos 25 metros la falta que había forzado Linares ante Borja San Emeterio. Y la jugada más clara de gol de todo el segundo tiempo sería la que, como tantas otras, saldría de los pies de Berjón para que la prolongase Diegui, con tanta habilidad como poderío, para que Linares acabara rematando al poste. El 0-2 hubiera puesto la victoria azul a salvo incluso del penalty que quiso ver el árbitro en el minuto 77 en una disputa por alto en el área oviedista. Pero entonces Alfonso hizo definitivamente bueno el 0-1 al culminar su trabajo impecable de todo el partido, bajo los palos y en las salidas, lanzándose con decisión y acierto a tapar el tiro de Curro.

Turbantes de victoria. Fue poco después de esta jugada crucial cuando, al acudir a despejar un balón bombeado de su portería, chocaron sus cabezas Carlos Hernández y Folch, en una acción que vino a resumir la energía con que el Oviedo defendió su ventaja en el marcador. A los dos les vendaron la cabeza y así terminaron el partido. Ese turbante azul vino a simbolizar el sacrificio oviedista. Horas más tarde y a 800 kilómetros de distancia, en El Molinón, un jugador del Sporting, Álex Pérez, terminaba también el partido con la cabeza vendada. Esos turbantes vinieron a simbolizar lo que cuesta la victoria. Oviedo y Sporting compartieron esta vez sacrificio y alegría.

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