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La bella y la bestia

La victoria ante el Alcorcón, la vuelta de Jony y las buenas sensaciones mantienen al Sporting en un permanente optimismo

Por edad, procedencia, familia y gustos, uno ha crecido entre cintas VHS y películas de Disney. Aunque todo el que me conozca sabe de mi preferencia por "El Rey León", otra entrañable cinta vino a mi cabeza durante la tarde del sábado: "La bella y la bestia".

La prensa nacional llegó a catalogar como "Disneylandia" el estado de felicidad instalado en el Barcelona durante el reinado del binomio Guardiola-Messi. Lejos está aún el Sporting de esos titulares, pero la segunda vuelta no pudo comenzar de mejor manera. La cómoda victoria, las buenas sensaciones y el regreso de Jony, parecen mantener al equipo en un estado de permanente optimismo, capaz de generar esas inercias positivas tan relevantes en el fútbol actual.

Curioso, cuanto menos, fue contemplar cómo el pasado sábado, el equipo de Baraja ofreció dos caras bien diferenciadas dentro del mismo encuentro, con excelente resultado.

La primera parte-la bella-con Carmona y Rubén centrados, liberando las bandas para los laterales, los rojiblancos dominaron ampliamente la posesión, controlando, por primera vez en mucho tiempo, el partido en el centro del campo desde la tenencia del balón y disponiendo de oportunidades para llegar al descanso con una mayor ventaja. Fueron los cuarenta y cinco minutos que muchos llevábamos esperando toda la temporada. Un equipo valiente, dominador, deseoso de demostrar su nivel dentro de la categoría y con una idea clara en la cabeza.

En el segundo tiempo apareció la bestia. Una vez avanzados en el marcador, y con la baja de Calavera, el Sporting juntó líneas, replegó y cedió la posesión a un conjunto alfarero incapaz de superar la defensa rojiblanca e inquietar la portería de un Mariño que, esta vez, no tuvo que ser el héroe del cuento. Sin embargo, sería El Molinón el que celebrase dos tantos más, gracias a la efectividad en la recuperación y las contras (¡esa pausa de Castro es brutal!) y a la inagotable fe de su delantero uruguayo. Ni los más adictos al toque y la posesión podemos negar la belleza de la bestia.

La capacidad del equipo para mostrar estas dos caras debe presentarse como una virtud, una cualidad más para ser competitivos. La llegada de Jony no hace más que ampliar el abanico de posibilidades con las que cuenta Baraja para desplegar su idea con ese tiempo tan necesario para los entrenadores.

De seguir en esta línea, en manos del técnico y del equipo está convertir el final de la temporada en otra película Disney.

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