El Oviedo se presentó ayer en Reus con la escopeta sin balas. Fallón en ataque y sin demasiadas ideas en el medio campo. Pero como este equipo nunca baja los brazos los carbayones lograron traerse un punto de orillas del mediterráneo. Uno más para seguir anclados en la parte noble de la tabla. Uno menos para conseguir el objetivo.

Hablando del ataque, es comprensible que Anquela quiera premiar el esfuerzo que lo dan todo por la camiseta, que no escatiman esfuerzos, pero Toché, el cazagoles, debería de ser el referente en la delantera. Cuando no está todo es más plano, más predecible.

Más preocupante es que parece que el centro del campo comienza a estar un poco cansado. Agarrotado por momentos. Falto de frescura por minutos. Rocha y, especialmente, Folch, acumulan ya muchos minutos en sus piernas. Quizá demasiados.

Ahora la pregunta es de quién es la culpa. ¿De Anquela por no darles descanso y no gestionar bien el grupo? El jienense es el que mejor tiene que conocer el estado de sus jugadores, es el que está con ellos cada día y ve como entrenan y cuál es su condición física. ¿O de que no hay alternativas en el banquillo? Eso si que es un problema. Porque en apariencia Hidi y Mariga deberían de ser los futbolistas que aportaran una mayor fluidez al juego de su equipo, pero su falta de protagonismo es cuanto menos extraña. ¿No están bien físicamente o es que no dan el nivel?

Atrás el Oviedo sigue espectacular. Al que no le pesan las piernas es a Forlín. El argentino se ha convertido en amo y señor de la defensa carbayona. Manda y sabe mandar, a diferencia de capitanes pasados.

Los últimos empates fuera de casa saben a poco porque el equipo mereció más, pero, esto es muy largo y el Oviedo aún no ha dicho su última palabra. Mientras tanto los carbayones siguen abonados a la media inglesa. Empatando fuera y ganando en en el Carlos Tartiere. Que siga así, al menos una semana más. Confíen en los de Anquela.