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Todos a una en el tercio decisivo

La necesaria reacción del Oviedo en una semana en la que se ha producido la pérdida inesperada del mejor contrincante azul: Quini

Ya nos hemos ventilado dos tercios de una liga tan apasionante como se presumía allá por agosto. Viene lo mejor, el tercio decisivo de la temporada en el que se define la consecución de objetivos. El Real Oviedo llega a esta fase con todas las opciones intactas... Como, al menos, otros diez equipos, lo cual no es poco; si no que le pregunten al Tenerife, un equipo que no regateó en gastos para configurar una plantilla de ascenso y ahora está en la segunda mitad de la tabla clasificatoria, haciendo sudokus para meterse en la pelea por el play-off. Su partido ante el Real Oviedo de la próxima jornada será para el equipo isleño otra final, como la que afronta el Real Oviedo ante un complicado Barça B hoy mismo el Tartiere; sí, una final porque los catorce partidos que quedan de liga regular suponen auténticas reválidas para demostrar si el equipo tiene la capacidad que hace apenas tres semanas se le daba por probada y que los tres últimos partidos han puesto entre paréntesis. Bache de resultados, bajón físico, un sistema de juego cada vez más previsible para los rivales, ausencia de refuerzos a mitad de una temporada larga, muy larga... o quizá un poco de todo. Es fútbol. Ni más ni menos. Pero si se ha llegado hasta aquí después de superar momentos difíciles como aquellas derrotas en Alcorcón y Granada bien cabe confiar en la capacidad del equipo para imprimir una marcha más en la fase crucial de la temporada, cuando van a pasar por el Tartiere rivales directos como los andaluces, el Valladolid o el Huesca sin menospreciar, claro está, partidos trampa tan habituales en la categoría como se comprobó dos semanas atrás ante el Albacete. En las pruebas de medio fondo de atletismo, los 1.500 metros por ejemplo, los puestos de honor suelen ser para los corredores con capacidad para imprimir un cambio de ritmo y meter una marcha más que los rivales cuando la carrera enfila las últimas curvas.

Los recientes reveses parecen haber resucitado fantasmas que tienen su precedente en las dos últimas temporadas pero las estadísticas están para romperlas y este año hay entrenador: Juan Antonio Anquela tiene sus virtudes y defectos pero nadie discutirá a estas alturas que suele tener las ideas claras y conoce la categoría mejor que nadie en el club. Hay mimbres para sumar, sumar y sumar. Cabe confiar en que Toché vuelva a jugar y marcar, cabe esperar que antes de junio veamos a ese Fabbrini que deslumbra en los entrenamientos y también, por qué no, que la suerte sea menos rácana a la hora de competir entre ese pelotón de rivales que, no nos engañemos, partieron con el mismo objetivo y algunos con más medios que el Real Oviedo a principios de temporada. Cumplidas dos terceras partes de la temporada hay bloque para crecer, hay entrenador y la siempre benéfica comunión equipo-afición, bastante más que cuando el balón dejó de rodar en la liga 2016/17. Todos a una para lo que venga hasta final de temporada.

Es una semana rara. La inesperada pérdida del mejor de los contrincantes que en junio de 1977 nos privó con uno de sus goles de un ascenso a Primera que sí logró el eterno rival, el Sporting, nos ha permitido redescubrir valores cada vez más postergados en el fútbol moderno, y, sobre todo, que el saber estar, la nobleza y el respeto no tienen porque estar reñidos con la pasión y la identificación con unos colores. Conocer detalles como que fue el primero en dar la enhorabuena por el ascenso o por las victorias de esta temporada no hace sino incrementar el embrujo de un auténtico caballero, dentro y fuera del terreno de juego. Gracias Quini por esa sonrisa de pícaro del siglo XX, quedamos en deuda con tu eterna generosidad.

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