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Musicólogo

Alejandro Sanz crece con sus fans

Era un concierto muy esperado en la ciudad. Alejandro Sanz no actuaba en Asturias desde 2004 (Oviedo) y no lo hacía en Gijón desde el memorable concierto en el Molinón de 2001. Han pasado casi quince años, y aunque el mercado musical y el tirón del madrileño son muy distintos en la actualidad, fueron muchos los que no quisieron perderse la cita del pasado jueves y acabaron por llenar el Palacio de los Deportes de La Guía. Sus fans han crecido con él, y entre el público era difícil encontrar adolescentes; predominaban los treintañeros, que vibraban con nostalgia a cada píldora de sus primeros discos, y es que la gira española de su nuevo disco "Sirope" no sólo trae material nuevo, sino que cuenta con muchos de sus grandes éxitos.

El guion se repetía de nuevo este verano: como en los conciertos de Elton John y Lenny Kravitz el polideportivo era un horno que seguiría ganando temperatura a medida que avanzaba el concierto, y el sonido era malo. Imposible entender lo que cantaba Sanz, imposible discernir nada entre la bola de sonido que rebotaba contra las paredes de metal del recinto; en esta ocasión, los problemas se matizaron, pero no se solventaron en las primeras canciones y los sufrimos hasta los bises. Ya lo sabíamos, pero lo de este verano vuelve a confirmar que el Palacio de los Deportes es un gran contenedor de gente a cubierto, pero no es apto para conciertos.

El concierto siguió el orden y la estructura esperada: un comienzo con temas del último disco, varios imprescindibles, un medley con varios estribillos de temas de los noventa. Así hasta una veintena de canciones (incluyendo los bises) con las que el público se fue satisfecho. Sin embargo, la plantilla de músicos que acompañaron a Alejandro Sanz en el escenario no se desenvolvió de igual forma en todo el repertorio. Era una banda para el Sanz de los últimos diez años, para temas como "No es lo mismo" o "Paradise", en los que los patrones rítmicos son definidos, constantes y secos, las melodías de los vientos lineales y sencillas, y donde las guitarras no destacan, sino que acompañan el desarrollo de la canción para que todo fluya hacia adelante. Faltaba un set de percusión que acompañara a la batería, así quedó patente en temas como "Quisiera ser" o "Corazón partío", que contaron con la benevolencia de un público entregado a corear la letra, pero que en lo musical dejaron bastante que desear, al igual que el medley que unió "Amiga", "Mi soledad y yo" e "Y, ¿si fuera ella?" donde hubo momentos caóticos.

Obviamente no se trata de falta de medios, sino más bien de una decisión deliberada y un distanciamiento del sonido latino más ligado a Cuba, al Caribe, de discos como "Más" o "El alma al aire" para apostar por el mundo latino estadounidense con tintes de R&B. Afortunadamente no ha derivado hacia el electrolatino o estilos similares que nos llegan de Miami. La aspiración natural de un artista es evolucionar, no anquilosarse, y Alejandro Sanz lo está haciendo a pesar de que muchos de sus grandes éxitos se resientan en directo. Siempre nos quedarán para la nostalgia canciones como "Lo ves", que el madrileño interpretó a solas al piano.

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